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miércoles, 6 de noviembre de 2013

CACTUS. DIVERSAS ESPECIES. 4

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Cuarta parte de especies de cactus


Hylocereus undatus

Tribu de las Céreas - Subtribu de las Hilocerinas.

Etimología: El nombre procede del griego Hýle, bosque, y de Cereus.

Lugar de origen: Se cultiva abundantemente y se encuentra seminaturalizada en todos los países tropicales, a pesar de que se desconoce su verdadero origen.

Descripción: Esta planta se suele conocer con el viejo nombre de Cereus triangularis que De Candolle dio a la especie lineana Cactus triangularis, aunque en la realidad no es la misma especie. Haworth describió Cereus undatus a partir de una planta cultivada en China, posteriormente enviada a Inglaterra, de la que se desconoce su origen, y Britton y Rose crearon un nuevo género dividiendo definitivamente la especie, más cultivada, de la lineana procedente de Jamaica, menor, más espinosa y poco frecuente en cultivo.

Los tallos son largos, trepadores o colgantes, muy ramificados, de unos 7 cm de diámetro; los artículos muestran en general 3 costillas delgadas, prominentes, con el borde ondulado, que presenta un aspecto calloso con la edad. Las aréolas se disponen distanciadas, con 1-3 cortas espinas.

Las flores, nocturnas, miden unos 30 cm, con los segmentos externos de color verde amarillento dispuestos hacia fuera y los internos erguidos y blancos. Los frutos rojos, miden unos 10 cm, y son escamosos y comestibles.

Cultivo: Requiere clima benigno, mucho espacio y apoyo para las raíces aéreas. La multiplicación se hace por esqueje, y pequeños esquejes enraizados se utilizan como portainjerto para otras especies más delicadas.



Lobivia aurea

Tribu de las Céreas - Subtribu Equinocerinas.

Lugar de origen: Argentina central, en la sierra de Córdoba, en la provincia del mismo nombre.

Descripción: Se trata de una pequeña planta de tallo globular o alargado, de hasta 10 cm de alto, con un diámetro de 4-6 cm, que emite numerosos artículos basales y laterales, de color verde oscuro, con surcos bastante profundos entre las costillas. Éstas se disponen en número de 14-15, con el borde agudo y las aréolas pardas en fase juvenil, con una 10 espinas radiales blancas, de 1 cm de longitud, dirigidas hacia fuera y 1-4 espinas centrales más gruesas y de unos 3 cm de longitud, a veces aplanadas, pardas con la extremidad amarilla.

Las flores miden casi 10 cm, los capullos florales están cubiertos por largos pelos sedosos y aparecen lateralmente, en el centro del tallo. El tubo floral es algo curvado, en forma de embudo delgado, de color blanco verdoso con escamas de color verde pálido, rojas en la base, y pelos de tonos blancos y negros.

Los segmentos del perianto, de una anvhura de 8 cm cuando están abiertos, son numerosos, de color amarillo limón, y amarillo intenso en el interior. Existen diversas variedades, entre las que pueden citarse fallax, con el tallo gris verdoso, todas las espinas inicialmente negras y las flores amarillas, que antes de abrirse adoptan una tonalidad rosada.

Cultivo: Se trata de una especie de fácil cultivo, resistente, que requiere exposición a pleno sol y sustrato bastante seco. La multiplicación es fácil, mediante esqueje o vástago basal.



Lobivia boliviensis

Tribu de las Céreas - Subtribu de las Equinocerinas.

Lugar de origen: En el altiplano de Bolivia, cerca de Oruro, en el departamento del mismo nombre.

Descripción: Tallo globular de unos 10 cm de diámetro, que con el tiempo se hace oval y amacolla emitiendo unos 6 vástagos basales, cilíndricos y ligeramente curvados hacia arriba.

La planta posee unas 20 costillas con el margen ondulado a causa de las depresiones situadas entre los tubérculos bajos y alargados, sobre las que aparecen las aréolas distanciadas aproximadamente 1 cm. Cada aréola presenta 6-8 espinas pardas, delgadas, acuminadas y flexibles, de hasta 9 cm de longitud, entre las que apenas pueden diferenciarse radiales y centrales.

Las flores son rojas. Es posible que en esta especie deban incluirse algunas de las numerosas variedades atribuidas a Lobivia pentlandii, en especial las que presentan un nombre de origen hortícola sin tratarse de híbridos y sin que hayan sido suficientemente estudiados. Una señal de reconocimiento puede ser el hecho de que esta especie presenta una raíz gruesa y carnosa en lugar de las raíces fibrosas de las restantes especies.

Cultivo: Resulta difícil encontrar la especie tipo, ya que en general es una planta que no resiste este tipo de condiciones, debido sin duda a que requiere un ambiente más bien fresco incluso en verano. La multiplicación a partir de vástagos de viejos ejemplares debe dar lugar a plantas con una mayor adaptación al ambiente.



Lobivia cinnabarina

Tribu de las Céreas - Subtribu de las Equinocerinas.

Lugar de origen: Andes bolivianos, en el departamento de Cochabamba, cerca de Punata y el río Chaparé, a unos 3400 metros de altitud.

Descripción: El nombre de la especie, asignado por Hooker a un Echinocactus, procede del griego kinnábari, cinabrio, colorante rojo bermellón que se extrae del sulfuro de mercurio y al que los antiguos denominaban también "sangre de dragón" ya que pensaban procedía de la sangre de los dragones muertos por los elefantes; las flores efectivamente, son rojas.

La planta es esférica, de aproximadamente 15 cm de diámetro, deprimida en la extremidad; con la edad se hace ligeramente cilíndrica y puede emitir vástagos basales, con tubérculos sobresalientes entre los que aparecen las aréolas, que poseen 10-14 espinas radiales de 1 cm de longitud, dirigidas hacia fuera, y 2-5 espinas centrales más robustas y largas. todas son más o menos curvadas, de un tono que de pardo pasa a grisáceo.

Las flores, de color rojo, más o menos carmín, son acampanadas, de unos 3 cm de longitud y 4 cm de anchura, y muestran un tubo corto, verde y escamoso; permanecen abiertas durante dos días. Existió una verdadera confusión sobre esta especie, que se perdió después de su descubrimiento, y fue redescubierta por Cárdenas en una forma de flores más pequeñas que las de la descripción original. Backeberg llama a esta última Lobivia neocinnabarina.

Cultivo: Resistente al frío, pero no soporta los intensos calores estivales. La multiplicación se realiza a través de semillas u, ocasionalmente, por esqueje.


Fuente: Cactus. Mariella Pizzetti. Editorial Grijalbo




martes, 29 de octubre de 2013

CACTUS. DIVERSAS ESPECIES. 3

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Tercera parte de especies de Cactus.



GYMNNOCALYCIUM NEOCUMINGII

Tribu de las Céreas - Subtribu de las Equinocactinas

Lugar de origen: En las laderas de la Cordillera de los Andes, en Bolivia y Perú.

Descripción: Esta pequeña especie ha recibido varios nombres y ha planteado más problemas taxonómicos de los que cabría esperar de su simple observación.

En efecto, a partir del inicial Echinocactus de 1843, Britte y Rose la trasformaron en Lobivia, y Backeberg en Spegazzinia, siempre con el nombre específico de cumingii. Apareció posteriormente el nombre específico de neocumingii cuando se pasó al género Weingartia, actualmente abolido, hasta llegar a Gymnocalcyum, hoy considerado válido. Todavía puede encontrarse en algunos textos con alguno de los nombres citados.

La planta posee tallo solitario, globular deprimido, de unos 10 cm de altura y 6 cm de anchura. Las costillas se disponen en número aproximado a 18, formadas por tubérculos en filas espiralazas, cuadrangulares en la parte inferior y aplanadas en la superior, unidos a la base. Las areolas son blanquecinas, con unas 16-20 espinas radiales; las superiores miden 1 cm de longitud y las inferiores son más cortas; las espinas centrales varían entre 2 y 10 y son más robustas. Todas se disponen radialmente y son de color crema, con la extremidad amarilla oscura, aunque las que ocupan la zona próxima al ápice son más oscuras. Las flores nacen lateralmente, a veces en número superior a una sobre la misma aréola, de unos 3 cm de longitud, y de color amarillo más o menos anaranjado.

Cultivo: Resiste temperaturas bajas. La multiplicación se realiza mediante semillas.




GYMNOCALYCIUM NEUMANNIANUM

Tribu de las Céreas.
Subtribu de las Equinocactinas.

Lugar de origen: Norte de Argentina.

Descripción: Esta planta muestra una larga raíz axonomorfa, cónica, estrechada al nivel del cuello que la une al corto tallo globular, que alcanza tan sólo 7 cm de altura, con un diámetro de 5 cm. Las costillas se disponen en número aproximado a 14, con surcos trasversales entre los tubérculos poco sobresalientes y comprimidos, aunque hacia el ápice poseen la base más circular y son poco hexagonales. Las aréolas a nivel del ápice están un poco hundidas, t poseen alrededor de 6 espinas radiales rígidas y agudas proyectadas hacia fuera, de 1,5 cm de longitud; normalmente existe una única espina central, que supera los 2 cm de longitud, y todas ellas son de color pardo oscuro o negro rojizo.

Las flores de 2,5 cm tanto de longitud como de anchura, varían en tonos comprendidos entre amarillo y anaranjado. Existe una variedad denominada aurantia, algo mayor, con la epidermis aterciopelada y de color verde oliva oscuro; las aréolas están recubiertas por un fieltro blanco y presentan sólo 1-4 espinas negras; los segmentos del perianto son rojizos en la parte externa, y anaranjados internamente.

Cultivo: La especie requiere para su cultivo macetas más profundas que anchas, a fin de poder dar cabida a la raíz, y sustrato más poroso para evitar el encharcamiento de agua, que podría provocar su putrefacción. La multiplicación se realiza mediante semillas.




HELIOCEREUS SPECIOSUS

Tribu de las Céreas.
Subtribu de las Cerinas.

Etimología: El nombre deriva del griego hélios, sol, y de Cereus, quizá debido a que sus flores son diurnas y se abren con el sol.

Lugar de origen: México central, junto a la ciudad de México.

Descripción: Esta especie, clasificada en 1803 en el género Cereus por Antonio Cavanilles, director del Jardín Botánico de Madrid, fue trasladada en 1909 por Britton y Rose a un nuevo género por ellos creado.

La planta tiene forma de mata, con los tallos al principio erguidos y después sarmentosos o colgantes; en la Naturaleza también es epífita. El tallo, muy ramificado, puede medir más de 1 metro; rojizo en la parte más joven, se vuelve rápidamente de color verde oscuro, con 3-5 costillas aunque, en general, el número más frecuente sea 4. Las costillas, salientes, son dentadas en correspondencia con las aréolas, anchas y lanosas, distanciadas entre sí 1-3 cm. Las espinas se disponen inicialmente en número de 5-8, pero posteriormente se hacen mucho más abundantes, rígidas y agudas, amarillentas o pardas, de hasta 1,5 cm de longitud.

Las flores miden unos 15 cm, con segmentos del perianto de 8 a 10 cm, numerosas variedades, con flores de distinto color, y a menudo se han cruzado con varios Epiphyllum, obteniendo ejemplares con flores extraordinariamente bellas.

Cultivo: Prefieren la posición a semisombra o con escaso sol, y deben invernar a temperaturas superiores a 10º C. las plantas adultas florecen fácilmente; las flores perduran durante varios días y son perfumadas. La multiplicación es por esqueje.


Fuente: Cactus. Mariella Pizzetti. Editorial Grijalbo





viernes, 4 de octubre de 2013

CACTUS. DIVERSAS ESPECIES. 2

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Diversas especies de cactus



Astrophytum myriostigma

Lugar de orígen México, en el altiplano centroseptentrional.

El género, establecido por Lemaire en 1839, comprende algunas especies conocidas durante mucho tiempo como Echinocactus, y la que aquí se describe, que en los países anglosajones y germanos se denomina "bonete de obispo" a causa de las cinco costillas salientes, es una de las más cultivadas. De ella existen diversas variedades.

La especie tipo posee el tallo globular, deprimido en la extremidad, cilíndrico cuando es adulto, verde aunque abundantemente cubierto de pequeñísimas escamosidades blancas que le confieren un aspecto blanco grisáceo. Las costillas se disponen en número de cinco, y son muy salientes y agudas. Las aréolas, muy juntas, son muy pequeñas, completamente inermes y cubiertas por regla general de pelos lanosos, más o menos parduscos. Las flores,
amarillas, miden alrededor de 6 cm de diámetro. Existe una variedad. quadricostatum, con sólo cuatro costillas, y otra (consideradas a veces como A. myriostigma potosinum), originaria de San Luis Potosi, de tallo gris verdoso o completamente verde, sin restos de escamas, que en cultivo se conoce como A. myriostigma nudum.

No produce vástagos, por lo que la multiplicación debe hacerse a través de semillas, aunque si se corta la parte superior de los ejemplares viejos, los nuevos retoños aparecen en el tallo. Resiste el frío, a condición de que no sea muy persistente; requiere exposición a pleno sol y sustrato muy bien drenado.


Echinocerus delaetii

Su lugar de origen es el Norte de México, al sur del estado de Coahuila, en la Sierra de la Paila, al norte de Parras.

Esta especie, descrita por Gürke en 1909, debe su atributo al nombre de Franz de Laet, un comerciante belga de cactus que importó varias especies nuevas a Europa. A pesar de su reducida área de distribución, la planta se ha hecho muy popular dado su pequeño tamaño y fácil cultivo.

El tallo es erguido, de 10-30 cm de alto, y produce numerosos vástagos y ramificaciones basales. Las costillas se disponen en número de unas 20, y cada aréola presenta hasta 36 espinas radiales amarillentas, agudas, de aproximadamente 1 cm de longitud, y 4-5 espinas centrales sedosas, de color blanco crema con la extremidad rojiza, de aproximadamente 3 cm y más o menos retorcidas.

Entre las espinas se disponen también pelos retorcidos, gruesos y muy abundantes, de color blanco o grisáceo, de hasta 10 cm de longitud, que cubren la práctica totalidad del tallo. Las flores nacen a partir de las aréolas laterales, abiertas hacia fuera, y miden unos 7 cm de longitud con 6 cm de diámetro, de color rosado más o menos violáceo.

La planta se desarrolla bien en situación muy soleada, sobre sustrato arenoso y calcáreo, con reposo invernal a temperaturas superiores a 0ºC y abundante riego estival. Es una especie de crecimiento bastante rápido, que puede producir varios tallos nuevos aproximadamente cada tres años.


Fuente: Cactus. Mariella Pizzetti. Editorial Grijalbo





jueves, 20 de junio de 2013

Cactus. Diversas especies. 1

ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines

Etimología y descripción de diversas especies de Cactus




APOROCACTUS FLAGELLIFORMIS

Etimología: El nombre procede del griego áporos, impenetrable, debido al entramado que forman los tallos rastreros, y cactus. El género fue establecido por Lemaire en 1860, tomando como especie tipo Cactus flagelliformis de Linné.

Lugar de origen: Procede de México, donde crece en el estado de Hidalgo, pero en el momento de su introducción en Europa, a finales del siglo XVII, fue reputada como sudamericana. La describió en 1969 Sloane como Cereus minima serpens americana.

Descripción: Esta popular especie, muy florífera, posee tallos cilíndricos colgantes o rastreros, de hasta 2 metros de longitud y tan sólo 2 cm de diámetro. Las costillas se disponen en número de 10-14, son poco pronunciadas, algo tubercukladas, con aréolas muy juntas.
Las espinas radiales se distribuyen en número de 10-15, e incluso
más, son delgadas, de 0.5 cm de longitud, rojizas en su juventud y luego amarillentas o pardas; las espinas centrtales se encuentran en número de 3-4, y son pardas con la extremidad amarilla. Las flores, de floración diurna, se disponen a lo largo de todo el tallo, miden 7-8 cm de longitud y perduran por un tiempo superior a 4-6 días. Su color es rojo carmín, más o menos claro, y aparecen a finales de primavera.

Cultivo: A pesar de tratarse de una especie epífita, que prospera en macetas colgantes, puede cultivarse también en recipientes normales, en los que crece cayendo. Necesita mucho reposo, exposición a pleno sol y un adecuado riego estival. La multiplicación se realiza por esqueje, en verano.



ARIOCARPUS TRIGONUS

Lugar de origen: México noroccidental, en el estado de Nuevo León.

Descripción: Se trata de una planta de pequeñas dimensiones, que difícilmente puede reconocer el profano como miembro de la familia. El núcleo central, que surge de una larga raíz axonomorfa parecida a una gran zanahoria, es típica del género, y está completamente escondido por los tubérculos triangulares acuminados, con la parte interna aplanada y la externa carenada.
Los tubérculos son de color gris verdoso o verde oliva, erguidos, abundantes, de 3.5 a 5 cm de longitud, con una base de aproximadamente 2 cm de anchura y bordes angulares callosos; en las proximidades del ángulo agudo del ápice se dispone una aréola.
La base de los tubérculos es muy lanosa, y en ella, en las
proximidades del centro, nacen las flores amarillentas, de aproximadamente 5 cm de diámetro y normalmente bastante numerosas. En conjunto, el diámetro de la planta entera, sin incluir las flores, alcanza los 10 cm, a veces incluso más, especialmente en la variedad elogatus, que posee los tubérculos más largos. El fruto es una baya lisa y globular, que conserva durante mucho tiempo las semillas, incluso una vez seca, gracias a la protección que proporciona la lana que la rodea.

Cultivo: Todas las especies del género son muy raras y constituyen un auténtico reto para el coleccionista, ya que resulta muy difícil su multiplicación a través de vástagos, puesto que, incluso en el caso de que éstos se produzcan, su crecimiento se cuenta entre los más lentos de todos los cactus  Sensible a la podredumbre, los riegos deben ser escasos y el sustrato poroso.



ARROJADOA AUREISPINA

Etimología: El nombre se concedió en honor al doctor Miguel Arrojado, que realizó importantes expediciones a las regiones áridas y semiáridas de Brasil. El género, establecido por Britton y Rose, se consideró durante cierto tiempo como un subgénero de Cephalocereus, pero, especialmente como consecuencia del descubrimiento de nuevas especies, fue restablecido y hoy es el único válido.

Lugar de origen: Brasil, en el estado de Bahía.

Descripción: Esta especie, descubierta en 1966 por Horst y Buining, pertenece a un género de cactus cereiforme aunque delgado, en ocasiones rastrero. El tallo puede alcanzar hasta 1 metro de longitud y aproximadamente 5 cm de diámetro, y se amacolla en la base; las costillas, bastante obtusas, se encuentran distanciadas entre sí, y las aréolas poseen una docena de espinas radiales cortas y delgadas, mientras que las espinas centrales se disponen en número de 8-9, con una longitud de 1 cm y más. 
El tallo presenta un cefalio formado por sedas, entre las que
aparecen flores rosa y a través de las cuales se desarrolla el nuevo crecimiento, que en la siguiente estación dará lugar a otro cefalio. Las flores son nocturnas y permanecen secas, unidas a los frutos de color rojo claro y del tamaño de una cereza.

Cultivo: Se trata, en conjunto, de plantas no muy atractivas, que, procedentes de formaciones en matorrales, crecen mejor en semisombra. La multiplicación se lleva a cabo por esqueje, en condiciones térmicas altas.


Fuente: Cactus. Mariella Pizzetti. Editorial Grijalbo








martes, 16 de abril de 2013

Cactus. Ejemplo de sencillez y hermosura

ARTE Y JARDINERIA Diseño de Jardines

Todo sobre los cactus



Los cactus no necesitan mucho espacio para vivir y, por regla general, son fáciles de cuidar. Sus resplandecientes flores suelen aparecer, casi siempre, de forma inesperada. Para que puedan desarrollar toda su magnifica presencia es necesario elegir cuidadosamente su emplazamiento y tener ya en consideración, al adquirirlos, algunos aspectos importantes.

Qué son los cactus?

Figuran entre las criatura más singulares y caprichosas del reino vegetal. Son capaces de sobrevivir en regiones desérticas y rocosas secas.
 ·       Son un grupo taxonómico con categoría de familia dentro del orden de las cactales, clase dicotiledóneas. La familia puede estar representada por arbustos y hierbas suculentas, sus hojas reducidas se han transformado en espinas, para adaptarse a las zonas secas. Tallos verdes, aplanados, esféricos o columnares tienen función de hojas.
·       Flores grandes, vistosas y actinomorfas, con numerosas piezas que forman el perianto.
·       Almacenan hasta un 95 % del agua en su tallo y raíces. Las plantas con unos órganos tan gruesos y carnosos, reciben también el nombre de Suculentas.

·       Las hojas se han transformado en espinas para no perder agua.
·       Gracias a la forma esférica o columnar que adoptan, consiguen mantener una superficie de evaporación reducida.
·       La fotosíntesis se ha desplazado de las hojas a la piel exterior verde (epidermis) del tallo, recubierta por una película muy resistente (cutícula). Pueden aparecer recubiertas por una capa de cera para evitar la evaporación.
·       Costillas, areolas, hojuelas, espinas, pelos y lanas protegen, gracias a su sombra, de la intensa radiación solar y de la evaporación de agua.
·       Las condiciones de vida de los lugares en que crecen han contribuido a crear una gran diversidad de formas, desde aquellas cuyo tamaño no es superior al de un botón hasta aquellas otras que superan la estatura de un hombre. Pero su estructura biológica es idéntica.
·       La familia de las Cactáceas se divide en unas 200 especies que describe unas 12000 variedades, de las que se estima que sólo 3000 poseen una justificación botánica.

Su patria

Algunos cactus, como los Nopales u Opuntias (higuera chumba o Chumbera), pueden encontrarse en Europa meridional, África y Australia, donde crecen de forma silvestre, pero su origen está en América. Su evolución empezó hace 50 millones de años y fueron adaptándose a las condiciones de dicho continente, poblando hoy un territorio que abarca desde el Peace River canadiense hasta la Patagonia, en Sudamérica; están aclimatados a las zonas costeras, a los Andes, a 5000 m. de altura, o a los desiertos de EE.UU., México, Perú y Chile.

Historia

Colón no sólo descubrió América, uno de sus primeros descubrimientos fue el cactus, un Melocactus (Cactus Melón) que aparece descrito en informes del año 1535, y un boticario inglés mostró en 1570 un Melocactus como una rareza botánica.

Diversidad de formas

En los cactus es muy grande la variabilidad de formas y colores de sus flores. Sin embargo, en la gama de flores faltan las tonalidades azuladas, aunque en su lugar aparecen todos los matices posibles de blancos, verde – amarillentos, amarillos, naranjas, rosas, rojos y violetas. El cuerpo del cactus puede crecer en formas muy diferentes, e incluso puede ser muy variable la forma de sus espinas: rectas, curvadas, lingüiformes, ganchudas, como arponcillos o en forma de pluma. Con cierta frecuencia, el tallo y las espinas poseen colores muy diferentes, pero siguen siendo muy atractivos incluso una vez finalizada su época de floración.

La situación correcta

Los cactus viven a pleno sol, y prefieren ocupar un lugar donde reciban el máximo de luz solar.

Un lugar ideal son las ventanas orientadas hacia el Sur; en las orientadas al Este y Oeste crecen los que no necesitan tanto sol, mientras que en las ventanas al Norte sólo crecen las epifitas, como los híbridos de Schlumbergera. La posición óptima corresponde a una ventana donde las plantas reciban luz desde la parte superior y lateralmente. Pero hay especies exigentes que sólo pueden crecer y vivir en las ventanas soleadas.

Muchos cactus pueden estar al aire libre en verano, en la terraza o el balcón, siempre y cuando estén protegidos de la lluvia.

Cactus en macetas colgantes

Apropiadas para las macetas cerca de una ventana son las epifitas, como los Híbridos de Schlumbergera, los Cactus coral (Rhipsalis), con sus largas ramificaciones colgantes, algunos Cactus epifilos (Epiphyllum), las variedades de Discocactus, y el Marniera chrysocardium, de gigantescas flores; todos prefieren en invierno un lugar cálido y algo húmedo, soportando las condiciones de luz que ofrecen las ventanas orientadas hacia el Este y Oeste, e incluso, hacia el Norte. Entre las especies no epifitas está el Cactus serpiente (Aporocactus), apropiado para macetas colgantes, así como el Cleistocactus winteri (antes Hildewintera aureispina). Estos requieren una ventana soleada.

Cactus en macetas

Los Echinopsis, de gran tamaño de la tribu Cereas, incluyendo las antiguas especies Trichocereus, Ferocactus, Opuntia, Echinocactus, y los Híbridos de Epiphyllum (Epifilos), de tallos aplanados y bordes mellados, se pueden cultivar en macetas, junto a  los grandes ventanales, o en el jardín de invierno. Estos recipientes deben colocarse de forma que ni los niños ni los animales domésticos tengan posibilidad de averiguar lo dolorosas que son sus espinas.

Al llegar la primavera, después de las últimas heladas, las macetas pueden colocarse al aire libre en un lugar protegido por la lluvia. Para evitar que la lluvia pudiese mojarlos, es conveniente construir un tejadillo. Las plantas han de acostumbrarse paulatinamente al sol. Es conveniente colocarlas en un lugar algo umbroso, desplazando luego la maceta, unas 2 – 4 semanas más tarde, hacia un lugar soleado o bien proporcionarle a la planta un poco de sombra. En la coloración rojiza de su epidermis se detecta si la planta ya no desea tanto sol. Para estas macetas se utilizará un sustrato bien drenado, de grano grueso, siendo recomendable una mezcla con gravilla de piedra pómez u otro material poroso, procurando que la capa de drenaje del fondo tenga varios centímetros de grueso a efectos de evitar que el agua se encharque. En la capa superior del sustrato, debidamente dosificado, se mezclará un fertilizante de larga duración. No colocar el recipiente sobre un platillo, con el fin de garantizar la perfecta eliminación del agua. Debido al gran volumen del sustrato, el riego debe efectuarse con precaución, esperando cada vez a que la tierra del recipiente haya absorbido el agua y quede relativamente seca.

Los cactus plantados en grandes macetas invernarán en un lugar seco, claro y fresco. Si invernan en estancias oscuras, es conveniente que el sustrato esté completamente seco.

La posición correcta

Los cactus con delgados vástagos pendulares desarrollan un aspecto muy atractivo en recipientes colgantes de bellas formas. Permiten preciosas combinaciones con otras cactáceas colocados sobre el alféizar de la ventana, contribuyendo de esta forma a aprovechar al máximo el espacio disponible.

¿Donde comprarlos?

Pueden adquirirse en comercios de jardinería, floristerías, grandes almacenes. Allí nos asesorarán sobre las condiciones de cultivo y cuidados que cada especie requiere. No se recomienda la compra de los ejemplares que hayan permanecido en un rincón oscuro de la tienda, al no tener luz han perdido su “vitalidad”; su color es verde pálido, y las extremidades  de los brotes terminan en punta y se han debilitado. Si los cuidados posteriores son adecuados, el cactus se hará robusto, pero seguirán siendo visibles sus anteriores taras.

La salud de los cactus

La oferta es permanente todo el año, pero su aspecto varía:

·       Tienen época de reposo al final del otoño y en invierno, entonces son incoloros, sin brillo, y se encogen más o menos según la especie. Es conveniente que su epidermis no muestre un color verde oscuro acuoso ni manchas de color pardo. El tallo debe ser resistente al tacto. Ni en las costillas ni en la extremidad superior deben aparecer mechones de lana blanca, ni manchas negruzcas causadas por una micosis. Si los cuidados recibidos han sido inadecuados, su tallo aparecerá hinchado, con una superficie brillante, o incluso con vástagos de color verde claro. En este caso es preferible desistir de la compra.

·       Durante la estación calurosa, el cuerpo de los cactus se habrá llenado, mostrando capullos e incluso flores. La epidermis aparecerá tersa y, según la especie, de un color verde intenso. La extremidad de los vástagos muestra un brote recién salido con unas espinas de color claro. Si en estas zona o debajo existen unas manchas secas, grises o pardo amarillentas (no deberán confundirse con la formación de corcho al pie de la planta), se recomienda precaución. Esto indica que la planta ha sido atacada por las arañas rojas, muy difíciles de combatir.

Nuestro consejo: un cactus en floración no tiene porqué estar sano. Muchas veces florece a pesar de la pérdida o putrefacción de sus raíces. ¡Estos cactus han de contemplarse con ojos críticos! 

La edad de los cactus

Hay cactus que pueden ser multicentenarios. Otros, en cambio, sólo poseen una esperanza de vida de unos 110 años. Por otra parte, un cactus Carnegiea, de unos 190 años de edad, sólo alcanzará un tamaño de 10 cm., mientras el Cardón, un cactus columnar del género Cereus, podrá alcanzar una altura de 2 o 3 metros. Estas plantas resultan caras; pero el tamaño dependerá del gusto y del bolsillo.




Fuente: Cactus, así serán más hermosos
Franz Becherer
Editorial Everest

martes, 29 de noviembre de 2011

ENFERMEDADES Y PARÁSITOS DE LOS CACTUS

ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines

Enfermedades y parásitos que afectan a los cactus y formas de curarlos




Los principales enemigos de los cactus son sin duda las enfermedades criptogámicas, que aparecen en ambientes con humedad excesiva y provocan la podredumbre de raíces y tallos. Hongos y mohos de distintos géneros pueden instalarse en una parte cualquiera de la planta. Si atacan las raíces, apenas puede hacerse nada, ya que a menudo el desarrollo de las criptógamas se acompaña con la invasión, primero, de la parte interior del tallo y después de la exterior, hasta el punto de que los especímenes atacados muestran una epidermis intacta, mientras que la destrucción de los tejidos es casi completa.

Si los signos de enfermedad se muestran pronto en el cuello o en cualquier parte externa, puede intentarse salvar la planta (y a menudo se logra) mediante un trasplante, limpiando y lavando con cuidado las partes atacadas, utilizando papeles absorbentes a la vez que se cortan con un cuchillo afilado o con tijeras todas las raíces muertas e incluso parte del cuello, si se observa que está visiblemente atacado por la enfermedad.

También se espolvorean con azufre o, mejor aún, con algún compuesto criptogámico los cortes y partes de tejidos que han quedado expuestas al término de la limpieza, a fin de lograr su cicatrización. Debe tratarse el conjunto como si fuera un esqueje trasplantado a arena pura, seca, a temperatura de al menos 18 – 21ºC.

Es evidente que la medida más recomendable es actuar siempre de modo preventivo, con gran cuidado, limitando el riego al estrictamente necesario, sobre todo si el tiempo es húmedo, desplazando la planta a posiciones más cálidas durante los períodos de temperaturas muy bajas, o bien si resulta demasiado regada a causa de lluvias persistentes. Conviene recordar que, igual que las restantes especies de suculentas, los cactus tienen un desarrollo sorprendente después de largos períodos de sequía: incluso cuando las raíces parecen estar secas o el tallo queda arrugado a causa de pérdidas excesivas de agua, basta suministrar pequeñas cantidades de agua y someter la planta a temperaturas adecuadas para que las nuevas raíces despunten y los tejidos recobren su turgencia normal.

Afortunadamente, los cactus son presas poco frecuentes de los parásitos animales. Los más comunes son las cochinillas, que constituyen los parásitos específicos de estas plantas y que pueden surgir en cualquier momento e instalarse en cualquier parte. Las cochinillas abundan, y algunas atacan una sola especie, mientras que otras carecen de preferencias tan marcadas.

Opuntia dillenii, por ejemplo, es presa de Cactoblastis cactorum. Al menos por una vez, un parásito ha resultado útil, ya que esta especie de insecto ha sido utilizada en el sur de Madagascar para hacer desaparecer el cactus citado, que se había introducido accidentalmente y se había convertido en infestante de los cultivos. Por otro lado, desde tiempos precolombinos una especie de cochinilla, Coccus cacto, era criada sobre distintas especies de Opuntia – recibió el nombre de Nopalea cochenillifera – para la extracción de la sustancia colorante de color rojo que las hembras poseen en abundancia en sus glándulas en el período anterior a la puesta.

Para la obtención de 1 kg de sustancia colorante se necesitan alrededor de 140.000 insectos, y el procedimiento de extracción no es sencillo ni rápido. Cuando los españoles conquistaron México, encontraron que esta forma tan peculiar de cultivo estaba ya muy extendida, aunque no llegaron a comprender su significado: en efecto, supusieron que el colorante era una sustancia vegetal, pero en 1703, con la ayuda del microscopio, se descubrió que en realidad se trataba de insectos.

Cuando se observa la presencia de alguno de estos insectos en un cactus, debe combatirse lavando la planta con un pincel suave, a fin de no destrozar las espinas más delicadas, con una solución de alcohol desnaturalizado y agua con una pequeña cantidad de tabaco (preferiblemente contenida en un trapo a fin de evitar su posterior filtración). En caso de infestación más grave, debe inyectarse superficialmente aceite blanco, pero con la precaución de disponer el tiesto horizontalmente a fin de evitar que el producto llegue a las raíces y siempre con las necesarias precauciones, pues se trata de un tóxico.

En viveros y cultivos pueden producirse invasiones de poblaciones de nematodos procedentes de otros terrenos ya infestados. En tales casos conviene desenterrar las plantas, cortar las raíces y replantarlas en sustrato sano, quemando el suelo infestado y las partes cortadas. En los cultivos de maceta es muy difícil que se dé la aparición de nematodos. Las plantas sanas y adecuadamente cuidadas no son presa del ataque de otros parásitos.


Fuente: Guías de la Naturaleza
Cactus
Marella Pizzetti

martes, 12 de julio de 2011

Los cuidados correctos de los cactus

ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines

Cuales son los cuidados correctos para mantener sanos y esplendorosos nuestros cactus



Para un cactus no siempre resulta fácil tener que vivir sobre el alféizar de una ventana. Pero si es correctamente atendido, la planta nos sorprenderá, una y otra vez, con unas flores maravillosas. A continuación averiguará todo lo que debe saberse sobre la floración y el buen desarrollo de la planta.

Cómo cuidar los cactus nuevos

·       No colocarlos detrás de la ventana, expuestos a los rayos del sol. Los cactus lo soportan una vez habituados. Con unas hojas de papel se les proporcionará sombra al principio. De no hacerlo podrían sufrir quemaduras, cuyos síntomas son unas manchas verde pálido, que más tarde se hacen pardas y endurecen, siempre y cuando el cacto sobreviva.
·       De aparecer síntomas de enfermedad o de parásitos, separarlo de las otras plantas, aplicando el tratamiento más adecuado.
·       Si el cactus permanece en el domicilio durante su reposo invernal, no deberá estar en un lugar caliente; sólo se iniciará el riego, con sumo cuidado, en primavera.
·       Cuando el cactus empiece a echar renuevos, deberá ser regado y abonado.
·       Si nos obsequian un cacto pequeño, lo plantaremos inmediatamente en una maceta apropiada, con tierra para cactáceas, bien seca. No es conveniente regarlo, ni colocarlo a pleno sol. Desde primavera hasta otoño irán creciéndole las raíces y la nueva planta empezará a echar brotes. Sólo ahora podrá ser regado y se le dispensarán los cuidados que precise.

Cuidados durante todo el año

Los cactus se encuentran a gusto en un lugar donde, además de luz suficiente se cumplan las siguientes condiciones:
  ·       Mucho aire fresco.
  ·       Calor durante la época de crecimiento.
  ·       Temperaturas algo más frescas en el período de reposo. Aire fresco y mucha luz contribuyen a que el cactus sea resistente a las enfermedades y los parásitos. Evitar los lugares con excesiva humedad ambiental, como las ventanas del cuarto de baño. La humedad propicia las micosis y la putrefacción. Los cactus no soportan las corrientes de aire frío. Es conveniente comprobar el cierre correcto de las ventanas durante el invierno. Además de la cantidad de luz, la temperatura señaliza también al cactus en qué estación del año se encuentra, influyendo en su fase de crecimiento y floración. Es conveniente vigilar, desde abril hasta septiembre, que el cactus no se vea expuesto a un exceso de calor en la ventana. Si durante la estación calurosa es colocado en la ventana, en un lugar protegido de la lluvia, habrá encontrado una posición óptima.
Completamente inapropiados para el cultivo de cactáceas son los “mini – invernaderos” o los recipientes de cristal; en el verano se produce en ellos una congestión letal por calor.

Caso especial: epifitas

Las epifitas (cactus que viven sobre otras plantas) poseen otras exigencias porque proceden de territorios tropicales donde crecen y viven en los nidos de mantillo existentes en las axilas y horcaduras de los árboles. Sus brotes tienen forma foliácea y sólo unas pocas espinas o cerdas en los bordes de las hojas o extremos de los vástagos. Requieren un sustrato ligeramente húmedo y rico en mantillo, necesitando menos luz. Pueden cultivarse en recipientes un poco mayores.



Reposo invernal

Las especies oriundas de las regiones desérticas y montañosas deberían ocupar, a partir de octubre, un lugar más fresco (de 5 a 12º C), suspendiendo el riego y el abono. La luz diurna va menguando en esta época y el cactus detiene su crecimiento, siempre y cuando no ocupe un lugar en la repisa de una ventana con calefacción. En este caso crecería a destiempo y en primavera aparecerían los primeros botones de sus flores.

Un consejo

Si no se dispone de otro lugar para los cactus, intente impedir el calor utilizando un soporte de corcho blanco.

Pero existen dos grupos de cactáceas que desean temperaturas más elevadas, incluso en invierno:

Para los cactus amantes del calor, como el Cephalocereus senilis, las variedades de Melocactus y Discocactus, la temperatura no debería ser nunca inferior a unos 12º C.

En las Epifitas, es la época de floración quien decide sobre el período de reposo.

Las especies de floración primaveral y estival, Epiphyllum, Nopalxochia y el Selenicereus, aunque este último no pertenezca a las Epifitas aunque posea idénticas exigencias, deberían invernar, de ser posible, a unos 12 o 15º C, permaneciendo en un lugar algo más seco pero siempre ligeramente húmedo. Deben evitarse los encharcamientos, o las raíces se pudrirán. Un reposo invernal más frío sólo se soporta si la arena está muy seca, ya que pueden salir manchas y retrasarse un poco la floración primaveral.

Las Epifitas que florecen en invierno, como las Schlumbergiera, Rhipsalis y Epiphyllum (Marniera), necesitan una temperatura de unos 20º C para que sus flores puedan desarrollarse. Deben recibir suficiente riego y abono, no deben secarse nunca; en este caso dejarían caer sus flores. Su crecimiento se inicia después de la floración. Estas Epifitas sólo deberán abandonar su posición de invernada.

Podrán colocarse o colgarse al aire libre. Los renuevos recién nacidos se endurecen hasta el otoño, mostrando más tarde toda su enorme capacidad de floración en invierno. Si el cactus es cuidado de esta forma, nunca perderá sus flores aunque haya sido trasladado de lugar para poder limpiar los cristales de la ventana en la que se encuentra.

El riego correcto

La cantidad y la calidad del agua tienen un papel decisivo:
·       El pH es una medida del grado de acidez del agua. Para la mayoría de cactus debería oscilar entre 5 y 6,7.
·       El grado de dureza del agua depende de su contenido de cal. Los cactus no son muy sensibles al agua caliza; pero los compuestos calcáreos pueden depositarse en la maceta, el sustrato o en el cactus, formando manchas blancas. Para averiguar el grado de dureza puede consultar a la Compañía de Aguas. Si la dureza fuese superior a los 10 (dureza total), deberá rebajar el grado hidrométrico del agua. En el comercio especializado hay diferentes productos para conseguirlo. Un consejo: la calidad del agua de lluvia es muy variable: aconsejamos una comprobación previa.

¿Cuándo regar?

El riego decide la vida o la muerte del cactus. Muchas veces se dejan secar creyendo que no necesitan agua, mientras a otros se los mata por un exceso de riego.

Hay que recordar:
  ·       ¡Es preferible regar de menos que no en exceso!
  ·       Cuanto más fresca sea la posición ocupada por el cactus menos deberá regarse
·       Cuando más mantillo tenga el sustrato, más cuidado exigirá el riego.
·       Los tiestos de plástico retienen el agua más tiempo que los de barro.
·       Evite mojar el cactus.
·       Regar en tiempo caluroso.
Durante el invierno:
·       No regar si las temperaturas son inferiores a los 10ºC.
·       Si la arena proporciona calor, regar con cuidado.
En primavera para la brotación:
·       Regar con cuidado, dejando que el sustrato se seque.
·       Cuando el cuerpo se llena y empieza a rebrotar, regar abundantemente.
De mayo hasta septiembre, riego abundante y periódico, dejando secar otra vez. Los cactus pueden interrumpir su crecimiento en períodos de calor. El riego es innecesario.
En otoño, a partir de mediados de octubre, suspender el riego. De esta forma se prepara al cactus para su período de reposos invernal.

¿Cómo regar?

Los cactus en macetas se regarán con una regadera sin alcachofa.

En el sistema por absorción inferior, las macetas se colocarán en una bandeja llena de agua. Tan pronto como el sustrato haya absorbido el agua, retirar los tiestos, eliminando el agua sobrante. Este sistema de riego puede realizarse con un platillo debajo de la maceta, aunque recordando que deberá eliminar el agua sobrante.

IMPORTANTE: hay que evitar el encharcamiento, ¡sobre todo en tiempo frío!

Rociar y pulverizar

Hay cactáceas que viven en desiertos cubiertos por nieblas. Dichas plantas podrán ser rociadas con agua tibia, sin cal, durante las noches estivales y otoñales, propiciando así su crecimiento.

Abonado

Los nutrientes del suelo de los desiertos son muy escasos y las cactáceas se han adaptado para obtener el máximo provecho posible. Para vivir, estas plantas necesitan nitrógeno, fósforo y potasio, oligoelementos, entre ellos el hierro y el manganeso, que la planta precisa para obtener el color verde necesario para la fotosíntesis. La proporción entre nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) aparecen reseñada en los fertilizantes en el orden N – P – K. Para los cactus la presencia de nitrógeno sea inferior o igual a la del fósforo. La combinación ideal corresponde a una composición de 12 – 14 – 7. Deberán diferenciar:

·       Abonos solubles en agua, que desprenden sus nutrientes y se agotan fácilmente.
·       Abonos que se disuelven lentamente, como los orgánicos, y que poseen efectos muy prolongados.
Es recomendable utilizar diferentes abonos.

Momento adecuado

La tierra nueva proporcionará al cactus los alimentos precisos. Debe tenerse presente:

  ·       No abonar durante el reposo de la planta, sólo en primavera y con el primer riego, después de haber cambiado la planta de maceta.
·       Atenerse a las dosificaciones indicadas.
·       No regar encima de la planta el abono disuelto en agua.
·       Abonar cuando el cactus empiece a brotar.
·       Los cactus deben crecer fuertes y robustos, pero no deben ser “cebados” con un exceso de abono. Adquirirían un aspecto abombado y quedarían huecos en su interior.
·       En otoño el abono fosforado propicia la formación de flores la próxima primavera.

Tierra para cactáceas

Los cactus viven y crecen en los substratos más diversos y son muy adaptables. A grandes rasgos puede efectuarse la siguiente división:

·       Las epifitas, Selenicereus y Hylocereus prefieren un substrato rico en nutrientes.
·       Los cactus de regiones desérticas o rocosas necesitan un sustrato muy permeable al agua y aire, lo que puede conseguirse añadiendo gravilla de piedra pómez porosa.

Las mezclas propias podrán ser de tierra para flores, arena de río o cuarzo, gravilla de piedra pómez o granulado de lava. Para las especies que prefieren mantillo en el sustrato se utilizará más tierra para flores, menos si se trata de cactus del desierto, y un substrato mineral, (gravilla de piedra pómez o de granulado de lava y arena de cuarzo), si las especies son delicadas.

La tierra para cactáceas comprada suele tener mucho mantillo pero se esponja con arena o granulos de corcho blanco. Para los cactus del desierto deberá mezclarse con arena, gravilla de piedra pómez o granulado de lava.

Cómo cuidar los cactus en vacaciones

Los cactus pueden vivir mucho tiempo sin agua. Es conveniente que, antes de iniciar las vacaciones, se les proporcione una pequeña reserva de agua y nutrientes.

En verano han de disfrutar de suficiente aireación, y de calefacción en invierno. Si se cumplen estos requisitos, pueden ser tranquilamente abandonados durante las vacaciones, ¡el destino se ocupará de ellos! Este sistema es seguramente mejor que dejarlos al cuidado de un vecino inexperto, quien, quizás con la mejor voluntad del mundo, habrá regado sus cactus hasta matarlos.



Fuente: Cactus, así serán más hermosos
Franz Becherer
Editorial Everest