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domingo, 16 de marzo de 2014

ESQUEJES SEMILEÑOSOS

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Técnicas de reproducción mediante esquejes semileñosos



Los esquejes semileñosos presentan características intermedias entre los herbáceos y los leñosos, y normalmente se utilizan para multiplicar plantas arbustivas -sempervirens o caducas- y coníferas.

La ventaja con respecto a los esquejes herbáceos es que conservan una mayor cantidad de sustancias de reserva, que el esqueje utiliza para sobrevivir hasta el momento del enraizamiento. Así pues,este tipo de esqueje es menos sensible al desecamiento.

Para la mayoría de las especies, se aprovecha la primera fase de crecimiento de las plantas leñosas, los brotes tiernos o turgentes, en el momento que empiezan a madurar. Los brotes idóneos son aquellos que pueden extraerse con facilidad al doblarlos y que
presentan una cierta gradación en el tamaño de las hojas: las más viejas ya han alcanzado la madurez y las más jóvenes tienen un tamaño menor.

En general, este tipo de esqueje se debe extraer en verano, de junio a septiembre.

Con ciertas especies, en cambio, debemos elegir brotes maduros, cuyas hojas estén completamente formadas. Estos esquejes deben extraerse un poco más tarde, a partir de julio. Algunas especies pueden echar raíces al aire libre, en la tierra, aunque siempre es recomendable plantarlas en un ambiente protegido.

Este tipo de esqueje tarda bastante tiempo en enraizar en comparación con los esquejes herbáceos y debe contener una buena
cantidad de sustancias de reserva. Por tanto, debemos extraer esquejes con una longitud de 10 a 15 cm y que están provistos de una buena cantidad de hojas.

El corte se debe realizar justo debajo de una yema (aunque en ciertas especies es preferible guardar una parte del ramo portador), sobre un tallo ligeramente lignificado, y se deben retirar las hojas de la parte inferior y las hojas apicales del esqueje. Para reproducir la transpiración, en algunas especies es necesario realizar un corte del limbo foliar para que disminuya la superficie transpirante.

Una vez extraídos, los esquejes semileñosos no se conservan durante mucho tiempo. Se deben tratar con hormonas de enraizamiento e introducir aproximadamente la mitad del esqueje dentro de un mantillo compuesto de turba gruesa y arena. También en este caso las hojas no deben tocar la tierra ni las hojas de los plantones vecinos.

Durante los periodos más calurosos, el mantillo debe estar
ligeramente húmedo y debe colocarse a la sombra, sobre todo en las horas de máxima luz. También es conveniente aplicar un tratamiento fungicida, sobre todo al principio.

El tiempo de enraizamiento varía de una especie a otra: la media es de aproximadamente 4 a 6 semanas. En el caso de las especies sempervirens, la reproducción será un éxito si el esqueje conserva sus hojas con la llegada del otoño. En las especies de hojas caducas, la pérdida de las hojas y su reaparición durante la primavera son la prueba de que la multiplicación se ha realizado con éxito. Cuando los esquejes empiecen a arraigar, será necesario suministrarles sustancias nutritivas y fertilizantes.

El transplante se debe realizar en primavera, bien en la tierra, bien en una maceta, según la forma de cultivo elegida. Se deberán retirar los esquejes que no hayan logrado un buen enraizamiento y un desarrollo vegetativo óptimo.


Fuente: La reproducción por esquejes. A Colombo. 
Editorial. De Vecchi



viernes, 21 de febrero de 2014

TÉCNICAS DE LA REPRODUCCIÓN POR ESQUEJES

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Entender las diferentes técnicas de reproducción por esquejes



Las formas de reproducción por esquejes son variadas, al igual que las exigencias de los propios esquejes. En función de la porción extraída de la planta madre, se distingue entre esquejes de tallo (los más utilizados), herbáceos, semileñosos y leñosos, así como esquejes foliares y de raíz.

Esta distinción refleja la capacidad, que varía según la planta, de formar nuevos tejidos. Durante el proceso de formación de los nuevos tejidos. Durante el proceso de formación de los nuevos tejidos, uno de los problemas de los esquejes es conseguir que las células de las porciones extraídas vuelvan al estadio de meristemo -típico de la fase juvenil-, cuando en realidad se encuentran en su fase adulta. En el caso, por ejemplo, de los esquejes de tallo, que denem formar las nuevas raíces, el enraizamiento parte del interior del propio tallo, de células adultas que han vuelto a su fase de meristemo. Después del corte, estas células se dirigen hacia el exterior. La capacidad de un esqueje para formar nuevas raíces se denomina potencial rizógeno.

Asimismo, los esquejes de raíces destinados a reconstruir un
aparato aéreo deben de poder desarrollar brotes adventicios, que darán lugar a nuevas raíces. Paradójicamente, para estos esquejes la formación de nuevas raíces puede resultar más difícil que la emisión de brotes adventicios a partir del esqueje de raíz.

Los esquejes foliares, sin embargo, deben reconstruir a la vez las raíces y el aparato aéreo: las células del meristemo primario ya están presentes en ciertas hojas (por ejemplo, en la Kalanchoe bloessfeldiana), donde desarrollan con frecuencia embriones que, una vez separados y colocados en las condiciones adecuadas, podrán formar fácilmente nuevos plantones. en otras especies, como la Begonia rex o la Saintipaulia, los nuevos tejidos se desarrollan a partir de meristemos secundarios, es decir, de células que han retrocedido al estadio de meristemo.

¿Cómo se deben insertar los esquejes en el mantillo?

Aunque pueda parecer innecesario señalarlo, debemos recordar que los esquejes tienen un "sentido"; para evitar colocarlos al revés en el mantillo (un error bastante habitual con ciertas plantas), es aconsejable cortar la base oblicuamente y la parte superior en sentido horizontal.

Esquejes herbáceos

Los esquejes herbáceos proceden de la cima de los brotes jóvenes. En el caso de las plantas arborescentes y arbustivas, los esquejes deben extraerse en primavera y a principios del verano, mientras que en el caso de las plantas herbáceas, pueden hacerse antes, siempre que reciban una protección adecuada.

En una misma planta, los esquejes herbáceos pueden presentar una
mayor facilidad de enraizamiento con respecto a otros tipos de esquejes, pero también una mayor probabilidad de fracaso, ya que contienen una cantidad menor de reservas que les permitan el enraizamiento. Además, sus tejidos, extremadamente acuosos, pueden ser atacados con mayor facilidad por las enfermedades.

El tamaño de los esquejes varía de una especie a otra: por lo general, se deben extraer trozos de 5 a 7 cm de longitud; en ciertas plantas, como en el caso de los brezos, es suficiente con extraer esquejes de 2 cm, mientras que otras necesitan esquejes más largos. El diámetro también varía en función de las especies: desde algunos milímetros hasta aproximadamente medio centímetro.

Esqueje de tallo de geranio (Pelargonium)

Algunos esquejes herbáceos pueden arraigar al aire libre, en la tierra, pero, en general, es preferible trabajar en entornos protegidos y en cubiletes simples, bandejas o cajas pequeñas.

Para cortar los esquejes herbáceos, debemos utilizar cualquier utensilio cortante (cuchillo o tijeras) que esté bien afilado para efectuar un corte limpio. Los esquejes deben cortarse siempre por
debajo de una yema bien formada o un brote, en sentido transversal, evitando dañar la yema. Únicamente en el caso de algunas plantas, como la Clematis, los esquejes deben extraerse entre dos nudos o brotes. En otras, en cambio, el corte puede efectuarse a mano, sin utilizar ningún utensilio.

En el caso de las plantas que producen linfa o látex (como Ficus o Euphorbia), hay que usar productos cicatrizantes, como el carbón vegetal.

Una vez cortado el esqueje, debemos eliminar las hojas de su base y, en la mayoría de los casos, también las hojas apicales, dejando únicamente las intermedias: gracias a la fotosíntesis de estas últimas la planta podrá elaborar elaborar la nueva sustancia orgánica que servirá para la formación de las raíces.

Los esquejes "de cabeza", en cambio, son aquellos en los que
dejamos las hojas y los brotes apicales: no todas las plantas son aptas para esta técnica, que está indicada sobre todo para plantas perennes y plantas de interior. El problema principal es que los tejidos apicales son bastantes delicados y ricos en agua, y por ello están especialmente expuestos a las enfermedades criptogámicas.

En el caso de las plantas con flor, en cambio, debemos escoger los ramos que no tengan flores o capullos y, si es posible, los que estén en crecimiento vertical.

Una vez cortados, los esquejes deben plantarse inmediatamente; si esto no es posible, se conservarán en un medio fresco (como por ejemplo, papel de periódico húmedo, bolsitas o cubiletes de poliestireno, cartón ondulado o, incluso, un vaso de agua) para limitar la transpiración y evitar la pérdida de turgencia. En
cualquier caso, es aconsejable no esperar más de 24 horas. Para ciertos trasplantes herbáceos, por ejemplo las plantas con tallos huecos, también es conveniente guardar una parte del ramo portador, que facilitará el enraizamiento.

En las especies que arraigan con dificultad, se utilizan hormonas de enraizamiento y, en ese caso, los esquejes deben plantarse inmediatamente de haber sido tratados. También es necesario aplicar un tratamiento fungicida mediante productos en polvo.

Para plantar los esquejes se debe realizar un agujero en el mantillo con la ayuda de un palo puntiagudo o con el dedo; luego se introduce cuidadosamente el esqueje intentando no doblar o dañar el extremo; seguidamente, se coloca en posición vertical y se entierra aproximadamente un tercio de su longitud. Las hojas no deben de tocar el mantillo y deben estar a una distancia suficiente del sustrato.

La distancia que debe haber entre dos esquejes varía en función de su tamaño: el único criterio que hay que seguir es intentar que las hojas no se toquen. el enraizamiento tardará más o menos tiempo
dependiendo de la planta: en general, tarda de diez días a un mes. Después del enraizamiento, los plantones deben ser trasplantados inmediatamente; si esto no es posible, es aconsejable suministar abono líquido a los mantillos de enraizamiento, ya que contienen pocas sustancias fértiles. Además, una vez por semana se debe realizar un tratamiento con productos fungicidas.

Durante las primeras fases, y hasta que los esquejes estén bien arraigados, hay que evitar la luz directa del sol.


Fuente: La reproducción por esquejes. A Colombo. 
Editorial. De Vecchi




viernes, 8 de noviembre de 2013

EL JARDÍN EN OTOÑO

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Poda y propagación durante el Otoño




Puede parecer que el otoño es un tiempo en el que jardín se presta menos a su disfrute o que es sólo la transición del verano al invierno. Pero es una estación que tiene sus propios encantos, distintos a los de las demás estaciones, pero llenos de posibilidades que hay que saber valorar. El tiempo es más inestable, se suavizan las temperaturas y aumenta la humedad en el ambiente, y las plantas emprenden un nuevo ciclo de crecimiento, aunque sin la fuerza de principios de verano. Ahora es más apetecible pasear al sol.

La luz de esta estación, de una calidad especial, nos obsequia con insólitos matices que deja su propia impronta en el alma humana. Hay quien se quedó enganchado un día a los atardeceres otoñales y, cada año, el fresquito de septiembre, los colores dorados y lo ocres, y el sonido de las hojas secas que mese el viento se convierten en un ritual de renovación, de nuevos planes y de estímulos que dejan atrás el pasado con el bochornoso veraniego.

Uno de los rasgos más característicos del otoño es que las hojas secas lo inundan todo y se amontonan en ciertos rincones, y aunque es mejor recogerlas y usarlas en el compost o el acolchado, vale la pena no obsesionarse y aprender a ser sensible a la belleza de unas hojas sobre el césped.

Si el jardín se ha planificado bien, se habrán plantado, inteligentemente repartidas, plantas que ofrecen en esta estación la belleza de sus flores, hojas o bayas. Las plantas de hoja caduca nos regalan en esta época una sinfonía espectacular de ocres, amarillos e incluso rojos. Estos colores, que lucen también flores y bayas, son sin lugar a dudas lo más atractivo de esta estación.

Si tiene algún arbusto con bayas, los pájaros que se alimentan de ellas darán vida y alegría a su jardín, y a no ser que sean demasiados y produzcan molestias o algún desastre, probablemente compense lo que se comen por lo que le aportan.

Podas y recortes

Al final del periodo vegetativo, se pueden realizar podas de saneamiento. En climas suaves, la poda o la semipoda en otoño no es un riesgo por lo raro de las heladas, y la planta ya organiza su esquema de crecimiento, para cuando el clima sea favorable.

En climas más duros, se podará sólo aquello que no pueda ser afectado por el frío, dejando lo que aún le da vistosidad al jardín, hasta que llegue la poda imediata al crecimiento. Recortaremos las plantas del verano que han quedado deterioradas, respetando las que aún son vistosas, así como aquellas que, al haber crecido demasiado durante el verano, tapan los caminos o dificultan a las plantas que con su floración (Bignonia, ciclamen), su follaje (Hamamelis, amelanchier, arces, cerezos japoneses, parra virgen) o sus bayas (Crataegus, Cotoneaster, Piracantha) van a tomar el protagonismo.

Labores otoñales

Con la cantidad de materia orgánica que en este periodo se puede recoger, aprovecharemos para llenar los composteros y usar para acolchado la que nos sobre. Las ramas demasiado gruesas para compostar pueden amontonarse en un rincón para que se descompongan lentamente, creando mientras tanto un microclima que fomenta la biodiversidad de nuestro jardín. Si no tenemos espacio, podemos usar una trituradora de ramas que las convierte en unas virutas ideales para el compost. Quemar o tirar a la basura debería ser siempre la última opción. Cuando se acerca el otoño, al reducirse el crecimiento en general, tenemos más tiempo para las tareas imprescindibles en mantenimiento. Es un buen momento para poner a punto las infraestructuras, para pintar vayas, cenadores o pérgolas, y para reparar lo que se estropea durante el verano, pues en invierno el tiempo hace menos apetecible estas tareas y en primavera ya lo queremos tener todo listo. Hay que vaciar el circuito de riego, desmontar y guardar los aspersores y difusores que estén muy expuestos a la intemperie para prevenir su deterioro.

Como en las demás estaciones, insistiremos en dos temas fundamentales para la jardinería ecológica: los aportes de materia orgánica ya trasformada en el compostero – si puede ser con pequeñas adiciones de estiércol – y los acolchados con materiales de desecho del propio jardín, que aparte de proporcionar protección a las plantas y conservar la humedad, protegen y fomentan el trabajo de las bacterias nitrificantes, lo que representa en la práctica un gran abonado (hasta 80 kg por hectárea).

Cuando los caducifolios pierden la hoja, indicando que han comenzado el periodo de descanso, es un momento adecuado para trasplantarlos, antes de que lleguen los fríos.

También es buen momento para recoger las semillas que vayan madurando. Se recomienda recoger sistemáticamente las flores marchitas para estimular nuevas floraciones en la planta.

Labores de Jardines septiembre

Sembrar

• en semillero protegido: Escholiza, Cyclamen, Lavatera trimestris.
• en plena tierra: Viola odorata, Adonis aestivalis, guisantes de olor y vivaces anuales que florecen a principios de primavera.
• anuales resistentes, entre ellas: Nigelia damascena, Alyssum, Caléndula, Clarkia elegans y Amapolas.

Plantar

• bulbos de floración primaveral: Narciso, Anemona, Ranúnculo, Tulipán, Jacinto, Azucena, Chionodoxa, Alium, Crocus, Freesia, Iris, Muscari, Ciclamen, Galanthus nivalis.
coníferas: plantar esquejes de coníferas al aire libre.

Podar

Buddleia, Callistemon y Hamamelis, que florecen sobre madera del año anterior. Y en la Abelia, podar los crecimientos excesivos.
• en los groselleros y los arándanos, cortar a ras del suelo y tercera parte de las tramas que han dado fruto ese año.
• pinzar los crisantemos para hacerlos más manejables.

Previsión

• recoger hojas, plantas muertas, para hacer restos de poda para compostar y acolchar.
• fumigar con leche al 10% para prevenir enfermedades por hongos.

Propagación

• hacer esquejes de Rosales.
• desarraigar y guardar los bulbillos de gladiolo.
• recoger esquejes de extremo de tallo de salvia, verbena, calceolaria.
• conseguir acodos por amontonamiento en herbáceas o arbustivas.
• dividir matas de vivaces donde estén espesas.
• sacar los bulbos y tubérculos de las plantas que acabaron su ciclo anual, seleccionar y guardar las mejores para el año siguiente.
• recoger semillas y clasificarlas una vez secas.

Labores del jardín en octubre

Sembrar

• en semillero protegido: Silene, Bellis perennis.
• al aire libre: Aconito, Aubretia, Nemophila, Nomeolvides, Polyanthus, Pensamiento, Alhelí, Caléndula y Godelia.

Plantar

• setos enraizados en pequeñas macetas, con buen abonado de fondo y pinzar a 15 cm del suelo para estimular una fuerte brotación.
• trasplantar arbustos establecidos.
• frambuesas, kerrias, arbustos, coníferas y árboles de raíz desnuda y de cepellón.

Propagación

• tomar esquejes de leña dura de Viburnum, Philadelphus, saúco.
• recoger esquejes de raíz de Acanthus, Gallardia, Phlox.
• obtener plantulas nuevas por división en vivaces y arbustivas.


Poda

• a ras de suelo de kerria, lantana camara, santolina, Mahonia.
• arbustos que florecen con madera del año.
• recortar aquellos árboles que por su desarrollo de su naturaleza pueden ser dañados por el viento.
• es el mejor tiempo para la poda de ases, abedules y nogales, pues estos árboles, al ser podados, exudan un denso flujo de savia. En los cortes que se hacen a finales de invierno o principios de primavera, este flujo es difícil de parar hasta que salga la hoja, por lo que pueden debilitarse. En el caso de los haces, además tardan mucho en cicatrizar y son muy muy venerables al combo coralino (para evitarlo, podemos elegir días de cuarto menguante en fase de luna descendente).

Previsión

• arrancar y como apostar adventicios allí donde compitan excesivamente por los nutrientes o por la luz con las ornamentales. Acolchar mejor entre arbustos y zonas desprotegidas.

Labores del jardín en noviembre

Sembrar

• al aire libre: Alstroemería, Adonis, Viola odorata.
• en semillero protegido: Prímula, Silene.

Plantar

• plantar, aportando compost bien hecho, bulbosas de floración primaveral: Narciso, Anémona, Tulipán, Jacinto, Chionodoxa, Allium, Crocus, Fresia, Iris, Muscari, Cyclamen, Colchicum, Azucena, Gipsophila. Combinarlas con vistosas tapizantes perennes.
• plantar Rosales y patrones para injertar árboles y arbustos cultivados en contenedores.
• perennes resistentes: Phormium, Euphorbia, Plomis, Sedum - de raíz desnuda y en contenedores.
• trasplantar árboles y plantas establecidas.

Poda

• en los árboles o arbustos descuidados, viejos o con problemas, hacer una semipoda de las ramas entrecruzadas, abonando con compost y cavando y acolchando sus alrededores. El fin de la poda se dejara para finales de invierno o primavera.
• recortar y limpiar de follaje muerto en las perennes herbáceas.

Propagación

• acodar kalmia y Gaultheria.


Previsión


• no tocar las plantas cuando estén mojadas, pues se hacen pequeñas heridas por las que pueden recibir ataques de los hongos.
• en puertas del invierno, nunca use abonos muy nitrogenados como los purines o el guano, pues la planta llega a los fríos con brotes muy tiernos, con mucha agua y muy sensibles.
• en tierras calcáreas, fácilmente puede haber déficit de fósforo. En tal caso, se puede abonar con compost enriquecido con capas de fosfato naturales.
• acolche con una capa gruesa de paja u hojarasca el pie de trepadoras o arbustos sensibles al frío.


Fuente: Agenda del huerto y el jardín ecológicos
Mariano Bueno y Jesús Arnau

Editorial: Integral



jueves, 10 de octubre de 2013

INJERTOS EN JARDINERÍA

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Algunas técnicas de realización de injertos




Las plantas injertadas, a diferencia de los esquejes, tienen la ventaja de contar con un sistema de raíces desarrollado, de modo que se establecen con relativa velocidad. Parte de un tallo (el injerto) tomado de la planta a propagar se une al patrón compatible de otra, generalmente del mismo género. En algunos casos, el patrón podría proporcionar una característica deseable – tal como un hábito de crecimiento particular, o una resistencia elevada a la enfermedad – a la planta resultante.

Los sistemas de injertos comprenden el injerto de escudete, el brotado de astilla, el de cuña apical, el acoplado basal (o empalme), y el de plantón – y – lengüeta.

Injerto de escudete

Esta es la técnica de injerto más común utilizada para árboles decorativos; para el injerto se utiliza al costado del injerto preparado. Generalmente se efectúa justo antes de que aparezcan las hojas, a mediados o finales de invierno, aunque para los arces (Acer), a veces tiene más éxito el injerto veraniego.

Prepare los porta injertos con un año de antelación, plantando en otoño plantones de uno o dos años en tiestos y colocándolos en un marco abierto. Alrededor de tres semanas antes del injertado, llévelos a un invernadero fresco para obligarlos a crecer suavemente. Mantenga los patrones secos, especialmente los de aquellos árboles que ‘sangran’ savia, tales como los abedules (Betula) y las coníferas, ya que la savia excesiva podría impedir la unión adecuada con los injertos.

Para las púas, reúna tallos fuertes de un año del árbol a propagar; dentro de lo posible, deberían tener un diámetro parecido a los tallos del patrón. Acórtelos hasta 15 – 20 cm, cortando justo encima de un brote o de un par de éstos y colóquelos en un saco de plástico en la nevera hasta unos 5 – 7 cm, o deje algo del crecimiento encima del injerto y recórtelo por etapas más adelante.

Prepare los patrones y los injertos, un par cada vez, con cortes compatibles. Resulta importante unir el patrón y la púa apenas cortados; si se los deja resecar mínimamente, es posible que ello impida una unión adecuada. Si es más estrecha que el patrón, alinie un borde para asegurar que un lado al menos de la capa de cambium quede unida. Fije la púa en la posición correcta con plástico transparente, cinta de injertar o una tira elástica, y después encere todas las superficies, exteriores de corte para reducir la pérdida de humedad.

brotado de astilla

Utilizado generalmente para los árboles frutales, también resulta un método bueno para propagar las plantas de la familia de las Rosáceas, como el manzano silvestre (Malus). En este método, la púa incluye un único brote del que se desarrollará el crecimiento nuevo, y la planta injertada permanece en el exterior en lugar de hacerlo en un tiesto.

Durante el invierno establezca uno o dos plantones de uno o dos años, o unos esquejes de madera dura, en terreno abierto con el fin de obtener patrones. A mediados de verano elimine cualquier rama lateral a 45 cm de parte inferior del tallo. Para las púas (o palos de brotes) elija vástagos vegetativos (que no florecen) que tengan un diámetro similar a los patrones del crecimiento adulto de la estación en curso.

Luego se preparan y se juntan los rizomas y las púas. Si es positivo, el injerto debería prender después de algunas semanas; entonces puede retirarse la cinta o ligadura y el brote debería comenzar a hincharse.

Injerto de cuña apical

Este sistema de injertado es parecido al de escudete, salvo que la púa se coloca directamente encima del rizoma. A mediados de invierno, reúna algunos tallos del crecimiento de la estación anterior de la planta a propagar e introdúzcalos en el suelo de forma inclinada. A finales de invierno a principios de primavera, retire y lave plantones de un año para obtener los patrones y después recórtelos hasta 5 centímetros por encima de las raíces.

Practique un corte vertical de 2,5 – 3 centímetros a lo largo del centro de cada patrón.

Corte la base de cada púa en cuña e introdúzcalas en el extremo del rizo; deje el extremo del corte de la púa expuesto. Sujete y coloque la planta injertada  en un tiesto; después siga los consejos de cuidado posterior que se explican más abajo.

Cuidados ulteriores

Los árboles caducos deberían conservarse en el invernadero a 10º, mientras que las coníferas, las siempreverdes de hoja ancha y los árboles injertados en verano deberían conservarse en una caja cerrada en un medio húmedo a 15º. El injerto debería prender en pocas semanas, y luego aparecerá un crecimiento nuevo en la púa. Elimine cualquier chupón que aparezca debajo de la unión, ya que éstos crecen a partir del patrón.

Después de seis a diez semanas, temple las plantas injertadas. Si no se procedió a recortar durante el injertado, recorte el crecimiento superior del rizoma para asegurar que el vástago nuevo crezca derecho.

A mediados de verano, recorte el rizoma justo hasta encima de la unión y, a continuación, sujete el vástago nuevo a una caña de soporte.

Alternativamente, es posible recortar el patrón justo hasta encima de la unión a finales de primavera. Una vez que hayan comenzado a crecer con fuerza, coloque los árboles injertados en tiestos o trasplántelos posteriormente a terreno abierto.


Fuente: Enciclopedia de JARDINERÍA
THE ROYAL
HORTICULTURAL
SOCIETY




sábado, 7 de mayo de 2011

Estratificación de semillas

ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines

A veces es necesario estratificar las semillas para que puedan dar la vida. Como hacerlo





Estratificación de semillas. Los aficionados a la jardinería suelen encontrarse frecuentemente con un problema común a la hora de sembrar directamente un puñado de semillas: no saber en qué época hacerlo. Las plantas tienen sus propios ciclos, y por ello deben ser respetados. Por norma general, suelen desprenderse de sus frutos con la llegada del otoño, dejando esparcidas sus semillas por el suelo durante todo el invierno, para que éstas germinen con la llegada de la primavera, momento en el que las condiciones climáticas son las mejores para hacerlo.

Como vemos, las semillas 'esperan' durante el invierno para germinar, entran en una especie de letargo que les permite sobrevivir durante varias semanas antes de abrirse y comenzar una nueva vida. Pero, ¿qué ocurre si recogemos estas semillas antes del invierno y las metemos en casa? Lo más seguro es que se acaben secando si las guardamos en cualquier sitio, ya que las condiciones no son las mismas que si estuvieran a la intemperie. Por eso, lo mejor es conocer las técnicas que te permitirán simular las condiciones del exterior, bien dentro de tu propio hogar o en algún rincón del jardín, para tener bien controladas las semillas en todo momento.

Escarificación: rompiendo su corteza

 

En ocasiones, nos encontraremos con semillas recubiertas por una membrana protectora que la flora bacteriana va desgatando poco a poco hasta liberar el embrión, momento en que comienza a penetrar el agua y la germinación se acelera. La vía rápida en estos casos, si no queremos esperar tanto tiempo, es practicar una pequeña incisión con un objeto cortante, teniendo mucho cuidado de no dañar el interior de la semilla. También podemos optar por utilizar algún tipo de lija o material abrasivo para desgastar, con precaución, la membrana externa. El geranio es un buen ejemplo de planta que necesita este sistema.

Otro método muy distinto es el da inmersión. Consiste en dejar las semillas en un recipiente con agua caliente (entre 38º y 40º C) durante un día entero, para reblandecer la capa protectora y limpiar cualquier tipo de inhibidor químico, sembrándolas justo después del proceso. En el caso de algunas especies muy concretas, como el guaje, se recomienda alternar inmersiones en agua hirviendo y agua fría, creando así un 'shock' térmico que despierta al embrión y permite su siembra tras de permanecer 24 horas en reposo.

Estratificación: engañando a la semilla

 

A la hora de simular las condiciones propias del invierno, podemos optar por almacenar las semillas en el exterior o en el interior de nuestra casa. Si optamos por hacerlo fuera, tenemos que ser conscientes de que necesitaremos una temperatura ambiental media de unos 8º C. Lo primero, será cavar un hoyo de unos 70 cm. de profundidad, en una zona sombría, colocando en los laterales una pequeña malla metálica que impida el paso de roedores y otros animales que puedan comerse las semillas. En el fondo colocaremos un puñado de grava, de unos 10 cm. de grosor, para conseguir un buen drenaje, y a continuación rellenaremos el hoyo mezclando, al peso, cuatro partes de sustrato por una de semilla. Cuando queden unos 15 cm. para llegar al borde, llenar con arena.

En el caso de que la temperatura exterior no sea lo suficientemente fría durante el invierno, o bien, si no queremos mancharnos las manos, también podemos utilizar nuestro frigorífico como improvisado invernadero. En este caso, lo único que necesitaremos será una bolsa con cierre hermético, sustrato (fibra de coco, compost, akadama, etc.), semillas y una tartera. 

Humedecemos la tierra con un pulverizador, sin excedernos, y la introducimos en la bolsa. A continuación, colocamos las semillas y las mezclamos bien con el sustrato, cerrando la bolsa con el cierre. Ya sólo queda guardarla en la tartera y meterlo en la nevera. Cada 3 ó 4 días es necesario abrir el recipiente y mover todo un poco, renovando el aire de su interior y humedeciendo la tierra cuando la veamos seca.

En el caso de que la estratificación sea cálida, el procedimiento será similar al anterior, sólo que esta vez dejaremos la tartera en algún rincón de la casa, a una temperatura media de 20º C. A la hora de acelerar el letargo de una semilla, es importante informarse bien de qué sistema es más recomendable para hacerlo. Además, debemos conocer el tiempo necesario que tendremos que conservar la semilla en frío o en calor, para hacerlo coincidir con el momento más adecuado para su siembra. La mayoría suelen necesitar de tres a seis semanas en total para germinar, pero no siempre se cumple esta premisa. Conviene revisar el estado de las semillas siempre que podamos para seguir su evolución.