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domingo, 4 de agosto de 2013

Césped con bajo consumo de agua. Criterios y consideraciones

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Césped con bajo consumo en agua.



Criterios y consideraciones

De un modo general, diremos que una superficie cespitosa, ya sea de uso deportivo o no, puede demandar tres niveles de mantenimiento.
Dependiendo de esos niveles de mantenimiento nos podemos plantear el regar o no regar toda la superficie de césped o, dado el caso, determinadas zonas. 

En un nivel de mantenimiento alto, como normalmente puede presentarse en un campo de golf comercial, cuyas exigencias en cuanto a calidad de juego así lo pueden requerir, o en un terreno deportivo cuyo uso necesite cierta calidad, y con pluviometrías escasas, el prescindir del riego cuando existe una determinada demanda hídrica no es muy recomendable, y especialmente en los meses con mayor requerimiento hídrico. 

Sin embargo un nivel de mantenimiento medio o bajo puede contemplar la posibilidad de regar a determinados niveles, incluidos los deficitarios, total o parcialmente la superficie cespitosa, y llegado el momento suministrar riegos esporádicos en ciertas zonas de la misma, que podrían ser complementados durante el resto del año con aportes de agua por lluvias.

La zona climática y factores medioambientales, junto con el nivel de mantenimiento, deberían ser considerados para seleccionar las especies que formarán cada una de las zonas. La acertada elección de especies y cultivares, va a tener una buena parte del peso específico a la hora de determinar el riego y conservar la pradera bajo la ausencia de éste.

En muchos países el incluir el césped en un jardín o en un espacio
deportivo, de cierta envergadura, a veces, no precisa el realizar una instalación de riego. Podemos ver como en muchos de estos espacios, situados en ciertas latitudes, las condiciones climatológicas contribuyen a que sean regados por las aguas de lluvias, aunque en ciertos casos no siempre es así y no por esto
se realizan instalaciones de riego. Sin embargo en la mayoría del territorio de nuestro país las exigencias por funcionalidad, y en muchos casos por la supervivencia de ciertas especies cespitosas, nos exigen disponer de una determinada infraestructura para el riego. 

Pero aún así estaremos condicionados en gran medida por unos criterios basados principalmente en las exigencias subjetivas de regar o no regar la zona y en las especies que se hubieran instalado es éstas. Así podemos encontrar superficies cespitosas que, si bien habitualmente son regadas, cuando no es posible el riego, por
cualquier causa, pueden sobrevivir e incluso seguir prestando, en cierta medida, un gran número de beneficios.

Si en los parques y jardines el diseño es importante a la hora de conseguir una practicidad de la zona con césped, también lo es en muchas zonas destinadas a otros usos, deportivos o no. Análisis sobre disponibilidad de agua o uso de aguas residuales, estudios del medio físico o de integración con el entorno, determinados criterios subjetivos «arquitecto, promotora etc.», modelos constructivos, …, van a influir en el diseño, con su repercusión, directa o indirecta, en los aprovechamientos y usos posteriores del agua para riego.

Como en otras superficies con céspedes, deportivas o no, pero que
requieran un determinado nivel de mantenimiento, en los grandes espacios encespados, en los jardines públicos y privados o en cualquier otra zona deportiva u ornamental con una determinada superficie revestida por césped, podemos tener en consideración ciertas actuaciones y prácticas culturales con el fin de optimizar el riego y ahorrar agua durante todo el año, y mejorar o corregir los efectos producidos en la cubierta vegetal por la escasez, o la ausencia total de este líquido elemento en época de demandas.

Debido a las actuaciones y operaciones culturales tan privativas que conlleva el mantenimiento de un espacio deportivo encespado, sea cual sea, y su repercusión en la práctica del deporte, no vamos a profundizar en éstas.

Por sí mismo, las explicaciones detalladas de muchos de los parámetros y condicionamientos que pueden intervenir en el mantenimiento de un césped deportivo, y consecuentemente en la práctica del deporte, y que de algún modo pueden estar relacionados con el ahorro de agua, nos condicionaría la extensión de este capítulo. Sólo comentaremos someramente, dado el caso
el porqué de algunas acciones, que suelen coincidir con los criterios objetivos por los cuales nos podemos guiar ante una situación de escasez de agua en todas las zonas cespitosas con diferente uso, o de un modo general en todos los céspedes que establezcan en sus programas de mantenimiento el criterio de ahorrar agua. 

De este modo podemos considerar que estas labores culturales, que a continuación comentaremos, son de aplicación general, y a veces obligadas para llevarlas a cabo en cualquier superficie cespitosa,
pública o privada, de más o menos extensión, en la que deseemos aprovechar y reducir los aportes de agua, y a la vez conseguir, según la funcionalidad de la zona, un determinado grado de calidad.

Riego

El agua es indispensable para que las plantas se desarrollen, ya que

disuelve los elementos minerales que sirven de alimento a éstas; sirve de vehículo para transportar los elementos minerales desde las raíces hasta las hojas, y las sustancias elaboradas desde las hojas hasta los órganos donde han de ser utilizadas o almacenadas; proporciona a los tejidos la consistencia necesaria para que puedan cumplir sus funciones; durante la fotosíntesis se une al dióxido de carbono del aire para formar sustancias orgánicas; y regula la temperatura de las plantas, impidiendo enfriamientos o calentamientos excesivos.

Pero la primera pregunta que nos podemos hacer es ¿cuándo regar el césped? Una forma muy fácil y simple es determinarlo visualmente y examinado el terreno. Cuando el césped cambie el color de verde brillante a gris apagado puede ser un síntoma de que la hierba no tiene agua a su alcance.

Examinado el suelo, a la profundidad de su zona radicular, podemos ver si éste está húmedo o seco. Puede ser entonces cuando se determine la urgencia del riego, dependiendo de varios factores, entre ellos la especie o especies que estén presente y las posibilidades de uso del agua que tengamos.

Las plantas absorben la mayor parte del agua que necesitan a través de las raíces. La lluvia constituye, en algunos casos, el principal aporte de agua al suelo; pero es necesario que el suelo tenga capacidad suficiente para almacenar el agua caída entre los aportes. 

Esta capacidad del suelo depende, principalmente, de su textura, estructura y profundidad. Aunque no es motivo de esta información el desarrollar un tema tan extenso como puede ser los suelos y el riego, para eso existe una amplia bibliografía, sí podemos recordar algunas ideas sobre los principales factores que condicionan la
capacidad de retención de agua disponible por la planta en el terreno; ya que estos factores, entre otros, van a determinar el período de sequía que la planta puede aguantar y a la vez la cantidad y frecuencia de los riegos, en el caso que podamos hacerlo sin condicionantes. 

Así nos podemos encontrar con una serie de factores que están
relacionados con la capacidad de agua disponible en el suelo, que no es otra que la porción de agua que puede ser absorbida por las raíces de la planta cespitosa con suficiente rapidez para cubrir su demanda. El agua disponible para las plantas se sitúa entre la capacidad de campo y el punto de marchitamiento.

Podemos recordar que un suelo tiene su capacidad de campo cuando se ha eliminado por gravedad el exceso de agua (el agua ocupa los poros pequeños y el aire una gran parte del espacio de los poros grandes). Y, de igual modo, el punto de marchitamiento se puede establecer cuando la planta ya no puede absorber toda el agua que necesita, ya que ésta se ha ido perdiendo, a partir de la capacidad de campo, por evaporación y por el propio consumo de la planta. No obstante puede ocurrir que el agua contenida en el suelo a capacidad de campo se encuentre fuertemente retenida y las
plantas no puedan absorberla a la velocidad que requieren sus necesidades; y por eso pueden marchitarse en días calurosos y secos, aunque después se recuperen a medida que desminuyan los requerimientos, avanzada la noche.

Los principales factores que influyen en la capacidad de retención de agua son los siguientes:

La estructura. Gracias a un suelo con gran contenido en poros y de todos los tamaños facilita la aireación y aumenta al contenido de agua disponible.
Los suelos arenosos tienen una gran proporción de poros grandes, que están ocupados por mucho aire y poca agua, y al contrario los suelos arcillosos tienen una gran proporción de poros pequeños, que almacenan más agua que aire. Sin embargo cuando los suelos arenosos se compactan se forman poros más pequeños, con lo que aumenta la capacidad de retención de agua.

La textura. Los suelos de textura fina retienen más cantidad de agua que los suelos de textura gruesa, tanto en lo referente a la capacidad de campo como en el punto de marchitamiento. Esto se debe a la gran cantidad de partículas pequeñas y al elevado volumen de poros pequeños que contiene los suelos de textura fina. Sin embargo, en algunos suelos arcillosos el punto de marchitamiento es tan alto que retienen menos agua disponible que otros suelos con menor contenido en arcilla. Por ello los suelos de textura gruesa necesitan recibir aportaciones frecuentes de agua.

La materia orgánica. Sabemos que la materia orgánica tiene una elevada porosidad, que le permite retener una considerable cantidad de agua, incluso algunos suelos con un alto contenido en materia orgánica pueden retener un peso de agua superior a su propio peso. La influencia de la materia orgánica sobre la capacidad de retención es mayor en los suelos arenosos que en los arcillosos.

El espesor del suelo explorado por las raíces. Un suelo profundo puede retener una gran parte de las necesidades de agua. Y en éstos son más eficaces unos pocos riegos copiosos que esa cantidad de agua repartida más veces.
La secuencia de capas en el perfil del suelo. Una capa arcillosa situada debajo de otra capa de arena retrasa la penetración del agua de infiltración, que queda acumulada sobre la capa poco permeable durante cierto tiempo; dependerá de la profundidad a que tiene lugar la acumulación para que esta agua se aproveche.

También otros factores van a estar interrelacionados con los anteriores y son contemplados como características del suelo o del césped que pueden afectar de cualquier forma al riego. Por citar algunos consideraremos la infiltración, la percolación, la misma compactación del terreno o un exceso de colchón.
En muchos casos una superficie cespitosa se puede regar, cuando se
haya agotado una parte de la humedad disponible a profundidad radicular, por regla general del 50 al 60%, teniendo en cuenta ciertos parámetros «p. ej, disponibilidad de agua y agotamiento para diferentes texturas del suelo».

Debemos considerar, por ejemplo, en el caso de una gran extensión, como puede ser un campo de golf, el área concreta que se esté examinando, ya que los greenes, por ejemplo, al ser considerados la zona más especial del campo deben reunir una serie de características, indispensables para la correcta práctica de este deporte; entre algunas mantener un grado de humedad determinado, según las exigencias de la especie seleccionada y del
juego. Esta humedad la podemos controlar también examinando el terreno.

Normalmente los greenes, que suelen ocupar el 3% de la superficie
total de un campo de golf, y con un modelo constructivo muy específico, están conformados por especies que no suelen soportar tanto la falta de agua como las especies utilizadas en calles u otras zonas del campo de golf, y a la vez suelen presentar una difícil recuperación después de que la ausencia de agua sea prolongada.

La profundidad radicular es quizás uno de los factores más importantes para que el césped pueda resistir la sequía. Un césped con un sistema radicular poco profundo es más propenso a la falta de riegos que otro con un sistema bien desarrollado y bastante profundo aunque la profundidad radicular va a estar muy influenciada por las propiedades de la capa del terreno, o llamada también capa de enraizamiento; por los cambios de estaciones;
o por las prácticas de mantenimiento, como pude ser la siega, la fertilización o el mismo riego (muchas veces este último re realiza para favorecer el enraizamiento, en grandes dosis y bastante espaciados). 

Sin embargo existen especies y cultivares con una gran diferencia en desarrollo radicular, bien sea por las mismas características de la especie o por ciertas prácticas que no favorecen el desarrollo de las raíces: Siegas muy bajas, riegos excesivos, acumulación de colchón, suelos compactados, excesos de fertilizantes, etc.

El mejor método para determinar la profundidad radicular de una zona en concreto, como hemos comentado, es la inspección física del mismo. Pueden presentarse muchos casos, jardines privados, parques públicos, terrenos deportivos, etc., en los que dichas superficies, que deberían tener un aprovechamiento del riego en
toda su delimitación, pueden aparecer con secas más o menos aisladas o en rodales, como resultado de poseer un suelo con una inadecuada textura o por una reducida profundidad efectiva, o como consecuencia del propio diseño.

(Desniveles pronunciados, orientados a vientos dominantes, árboles o arbustos que pueden presentar competencias, etc.), o debido a un incorrecto mantenimiento o a una defectuosa construcción, o como resultado de una deficiencia en el propio sistema de riego en estas zonas.

Es obvio que el objetivo del riego es suministrar agua al sistema radicular.
Por ello, profundidad radicular y textura juegan de este modo un papel muy importante en las cantidades de agua aplicadas y en la frecuencia del riego, así como en la eficiencia del mismo.
Los céspedes desarrollados bajo frecuentes riegos y altos contenidos de humedad en el suelo van a tener mayores requerimientos de agua que otros cuyo crecimiento ha estado bajo ajustes hídricos. Por ello la frecuencia del riego y las cantidades de agua deben ser controladas para reducir los posteriores
requerimientos de agua por el césped.

Debemos tener en consideración que no se produzca escorrentía, regando sólo a la profundidad radicular, o en ciertos casos un poco más; y manteniendo una especial observación del terreno; y a la vez utilizar medios que aumenten la eficacia del riego en los desniveles pronunciados. Prestar atención en áreas donde suele combatir el viento. Chequear la instalación de riego, puede no ser todo lo efectiva que deseáramos.

Es conveniente, con riegos por aspersión, que son los que normalmente se utilizan, considerar la eficiencia del riego en cuestión, contemplando la ET y el uso de aparatos medidores de humedad, como los tensiómetros; debemos controlar la uniformidad del riego, teniendo en cuenta el diseño original y el mantenimiento periódico de las instalaciones, etc.

Ciertos espacios deportivos y grandes extensiones de césped en parques y jardines, disponen de sistemas de riego informatizados, con múltiples ventajas.
Dependiendo del programa instalado éstos pueden realizar gran
número de funciones:
– Controlar los aportes de agua allí donde el drenaje y la escorrentía son frecuentes. Dividiendo los tiempos de riego y marcando ciclos de riego muy cortos pero repetitivos.
– Tener en cuenta la calidad del suelo, en cuanto a la retención de agua que experimente, calculando las necesidades hídricas de la zona.
Determinar el déficit de agua en cada zona y fijar los tiempos de riego para que aporten sólo las cantidades necesarias.
– Permitir administrar los caudales en la red para optimizar la instalación.

Aumentando la uniformidad del riego.

– Conjuntamente se puede incorporar a este software una estación
meteorológica, registrando y analizando las condiciones climáticas,
ajustando automáticamente el riego a las necesidades de la zona.

Por regla general en la selección de especies cespitosas para un
terreno deportivo, o para ciertos espacios públicos, se suelen tener criterios agronómicos y se puede considerar que éstos van a ser determinantes a la hora de elegir especies resistentes a la escasez
de agua, si no fuera así, nos encontraríamos con grandes inconvenientes para llevar a cabo una política de bajo consumo de
agua.

Una alternativa al riego con agua procedente de la red de abastecimiento, o de la captación por pozos, es el riego con agua residual, que se viene realizando en muchos países desde hace bastante tiempo, no ya sólo en cultivos tradicionales sino en jardinería e incluso en estanques de recreo.

Aunque la jardinería no representa todavía mas que una pequeña parte de la superficie regada con agua residual regenerada en muchos países, existe un considerable potencial de crecimiento para la reutilización de este tipo de agua. Principalmente por el coste superior de agua procedente de otros proveedores, la proporción tan elevada de jardines que se construyen, y por la posibilidad de seleccionar especies ornamentales que toleran el agua de
menor calidad, entre estas últimas muchas formadoras de céspedes. 

Quizás esta agua puedan tener más futuro en el ámbito ornamental que en el agrícola, ya que es el aspecto estético, y no el rendimiento productivo, el criterio más importante a tener en cuenta en el proceso de selección de plantas ornamentales. Esto hace que sea posible admitir aguas residuales con una determinada concentración de sales para su uso en el riego de plantas ornamentales, ya que aún reduciendo, por este motivo, el crecimiento de las plantas, esta característica no afecta a su aspecto ornamental. 

En nuestro país existen muchos ejemplos de este tipo de aplicación, encontrándonos con buen número de campos de golf que son regados con aguas procedentes de Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR), y complejos urbanísticos que tienen una red independiente para el suministro de agua residual para la zona verde.
El uso de aguas residuales disminuye también los aportes de contaminantes a los cursos naturales de agua, pero no obstante exige una serie de tratamientos antes de su utilización para regar céspedes. 

El tratamiento de un agua residual consiste básicamente en una combinación de procesos y operaciones de tipo físico, químico y biológico destinados a eliminar los residuos sólidos, la materia orgánica, los microorganismos patógenos y en algunos casos los elementos nutritivos contenidos en el agua residual. No debe
faltar, una vez realizadas estas operaciones, un tratamiento de desinfección, el cual consiste en la inyección de una disolución de cloro. Este tratamiento que suele hacerse por la misma EDAR se realiza con dosis de cloro que dependerán de varios factores, entre otros del contenido microbiano del agua residual, aunque su valor oscila entre 5 y 10 mg/l. 

El objetivo es conseguir, después de un tratamiento secundario, unas concentraciones de 23 coliformes totales en 100 ml., si el riego se realiza en ausencia de público y si la superficie se deja secar antes de que sea utilizada. Si no es así, y existen viviendas próximas y si el riego se realiza por aspersión, la concentración de coliforme en el efluente no debería sobrepasar los 2,2 coliformes por 100 ml.

De cuerdo con los resultados medios de los análisis bacteriológicos
realizados, sin que llegue a pasar los 23/100 ml, en todas las muestras.
Conviene realizar un estudio en profundidad antes de la utilización de esta agua para el riego del césped, que contemple la geología, las agua subterráneas, el clima, el tipo de suelo, las características y los criterios de calidad del agua residual, las especies cespitosas a implantar, los programas de mantenimiento, etc.… Y haciendo especial hincapié en la salinidad, parámetro éste que nos determinará la idoneidad de un agua para riego. Ya que el agua de riego aporta continuamente sales al suelo, pudiéndose acumular
hasta alcanzar un nivel perjudicial para los céspedes. 

La velocidad de acumulación dependerá de la cantidad de sales aportadas por el agua de riego y de la cantidad de sales eliminadas por el lavado del suelo. Por consiguiente el manejo de esta aguas deberá ser realizado con ciertas técnicas de gestión que contemplen la permeabilidad del suelo, la fitotoxicidad de iones, problemas secundarios (corrosión de tuberías de riego, obturación de los sistemas de riego, concentraciones de cloro residual elevadas procedentes de la desinfección), etc. En cualquier caso muchos de estos inconveniente se agravarán con el aumento de la salinidad de esta agua. 

Aunque especies como Cynodon, Zoysia o Stenotaphrum secundatum presentan una buena tolerancia a la salinidad, del orden de 8 a 16 mmhos/cm.
También hay que decir que el riego con aguas residuales urbanas proporciona un aporte de fertilizantes a los céspedes, aunque este aporte puede sobrepasar, en algunos casos, las exigencias de la especie.



Fuente: Manejo de céspedes con bajo mantenimiento en agua. 
             Consejería de Agricultura y pesca de la Junta de Andalucía.
             Rafael J. Monje Jiménez.



sábado, 3 de agosto de 2013

CÉSPED. Herbicidas, agentes humectantes, retentores, antitraspirantes y reguladores de crecimiento

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Herbicidas, agentes humectantes, retentores, antitraspirantes y reguladores de crecimiento




Herbicidas

Reduciendo la competencia entre el césped y las hierbas no deseadas, que se pueden instalar en el césped, se reducen las necesidades de agua en la zona en cuestión y mejoramos la calidad del césped. 
A la vez la eliminación de malas hierbas es una práctica necesaria en muchos céspedes ya sea porque su presencia afea la cubierta cespitosa o porqué la instalación de malas hierbas es, o puede ser en cierta fase de su desarrollo, un factor negativo para la práctica de algún deporte.

Una de las mejores formas de evitar el establecimiento de malas hierbas es tener un césped denso y vigoroso, gracias a un buen mantenimiento en general, con un número adecuado de siegas y alturas apropiadas; empleando semillas certificadas y en cualquier caso elementos de reproducción vegetativa no contaminados. De este modo se evitarán zonas despobladas o deterioradas con grandes posibilidades para la instalación de malas hierbas.

No obstante aunque lleguemos a conseguir una densidad adecuada
y realizamos ciertas operaciones encaminadas a la eliminación inicial de las malas hierbas, podemos encontrarnos con hierbas anuales que se instalan en el césped, para ello podemos emplear o bien medios mecánicos o herbicidas.

Los medios mecánicos se refieren generalmente a la utilización de escardas manuales o a la realización de siegas bajas que llegan
a conseguir la desaparición de ciertas hierbas, también se llevan a la práctica ciertas labores con máquinas acondicionadoras y elementos de verticut. 

Sin embargo la mayoría de las veces debemos recurrir al empleo de herbicidas, principalmente si deseamos controlar malas hierbas de difícil erradicación.

Agentes humectantes

Realizan funciones de filtración y percolación, y aumento por consiguiente del contenido de humedad en el suelo. Igualmente aumentan la disponibilidad de los nutrientes, reducen las pérdidas de agua por evaporación, reducen la erosión del suelo durante el establecimiento del césped e incrementan la germinación de las semillas. 

Reducen los efectos del rocío y la escarcha y corrigen secas localizadas. Los resultados van a depender de la aplicación y del producto utilizado.
Las secas localizadas se pueden remediar con riegos puntuales, sin
embargo esta práctica no hace sino derrochar agua. Es necesario diagnosticar el problema a fondo. Las secas localizadas pueden ser de origen físico, como resultado de una deficiente construcción, o causadas por un suelo compacto, o debidas a una mala cobertura del riego o a la competencia de las raíces de árboles próximos. 


También puede ser debida a un origen orgánico, debido a la formación de una capa muy hidrófoba, que puede estar conformada por una base de materia orgánica muerta, constituida por partículas
envueltas por una capa de lípidos y ceras, que son de por sí hidrófobas; y conjuntamente puede estar acompañada de micelio, que aún hacen el estrato más impermeable. Por ello, aunque este problema se puede corregir con pinchados, realización de vertidrain, recebos con material de granolumetría adecuada, etc., se puede utilizar humectantes.

Los agentes humectantes se han utilizado para disminuir o evitar la repelencia que sufre el agua en el suelo. Actuando sobre las gotas de agua que, sobre esta capa hidrófoba, forman una semiesfera que tiene un ángulo de contacto muy abierto, con una interfase de contacto casi inexistente y bajo una gran tensión superficial que hace muy difícil la filtración. 

Antiguamente, por los años 50, se usaban soluciones de jabón o detergente para facilitar la entrada de agua en las áreas de céspedes afectadas por secas. Hoy en día es normal aplicar productos no iónicos, siempre y cuando éstos se manejen correctamente, aunque actualmente tienen limitada su fitotoxicidad y no tienen apenas efectos negativos sobre la estructura del suelo; al contrario su
aplicación hace rehumedecer el suelo, aumentando la actividad microbiana y favoreciendo con ello la mineralización de la capa orgánica hidrófoba y la descompactación del propio suelo. 

Los agentes humectantes más populares son Aquagro, Turfex, Penetruf o Hidrojet.

Retentores

Se pueden incorporar al suelo en una profundidad de 5 a 10 cm,
aprovechando algunas labores como el pinchado. No todas las zonas, especial mente algunas deportivas, son adecuadas para utilizar estos productos. La efectividad de los retentores es variable, dependiendo de la composición y el modo de aplicarlos.

Antitranspirante

Forman un película que regula el intercambio hídrico y permite la respiración.
Un ejemplo es el Pinolene.
Pueden reducir el consumo de agua pero pueden ser potencialmente fitotóxicos y podrían no ser económicos. Pueden proteger el césped de vientos con gran poder desecante y preservar al césped de los vientos salinos.

Reguladores de crecimiento


Su uso, aunque limitado, afecta al consumo de agua y a la frecuencia de siega. Por ejemplo, la hidracida maleica, usada desde 1954, regula sistemáticamente la división celular de la hierba, aunque produce una decoloración.
Estos productos se pueden aplicar con diferentes fines. Se procede de un modo general al uso de reguladores cuando las condiciones climatológicas van a impedir segar el césped, especialmente cuando éste tiene una gran actividad evitando de algún modo la problemática que surge una vez iniciada la siega después de un período más o menos largo. Otro motivo de aplicación
de estos productos es el ahorro económico atribuido a mano de obra
y medios que conlleva la disminución en la frecuencia de la siega.

Existen otros retardantes, como la fluoridamida, metalacloro, cloroflurenol, etc., aunque en cierto grado pueden producir fitotoxicidad, y algunos de ellos reducen el desarrollo de las raíces y de los rizomas, y bajo lluvias pueden perder actividad.

No obstante el regulador de crecimiento paclobutrazol actúa bastante bien sobre hierbas de clima frío, incrementando la densidad de estos céspedes sin causar decoloración, incluso su actividad puede aumentar bajo fuertes lluvias.
El buen manejo de estos productos es esencial a la hora de obtener una respuesta favorable, pudiendo ser, en caso contrario, fitotóxico. Es importante aplicarlos en céspedes ya establecidos.



Fuente: Manejo de céspedes con bajo mantenimiento en agua. 
             Consejería de Agricultura y pesca de la Junta de Andalucía.
             Rafael J. Monje Jiménez.




Césped y sus cualidades. Funcionales y visuales

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Cualidades funcionales y visuales del césped




La cualidad de un césped está en función de su utilidad, apariencia, y en el caso de céspedes deportivos, también de su jugabilidad. La utilidad de un césped puede variar, así si se trata de estabilizar una zona solo bastará con que la zona sea estable. 

Por el contrario un césped ornamental debería ser denso, uniforme, de un color bonito, es decir tener desde un principio una serie de cualidades. E igualmente un césped deportivo requiere de una serie
de características para el juego en concreto, Así en un campo de fútbol este debería ser firme a las carreras, resistente al uso, con buena recuperación después de daños. etc.

Las características de cada césped pueden variar, por ello la cualidad va en función de los requerimientos subjetivos de cada zona, Si vemos un césped de Festuca desde un automóvil a una velocidad determinada podemos verlo igual de atractivo que otro, pero puede ser considerado de inferior calidad cuando lo comparemos con otro, ya desde cerca, en base a su textura, densidad, etc.

Así también un césped de Poa puede ser un excelente césped para espacios ornamentales, pero es inapropiado para un green de golf, por ejemplo.
Son muchos los factores que van a influir en la calidad del césped. Los más visibles, es decir los que van a determinar la cualidad visual, son: Densidad, uniformidad, color, textura, crecimiento y tersura.

La calidad funcional de un césped no sólo está determinada por
algunas de las características anteriormente mencionadas, sino también por otras que pueden englobarse en cualidades funcionales, y pueden ser las siguientes: elasticidad, rigidez, rescilencia desarrollo, capacidad de recuperación, enraizamiento.

La densidad es la medida del número de plantas o retoños por unidad de área. Es una medida que puede variar por factores medioambientales, por el genotipo y por acciones culturales. Así se pueden obtener céspedes con una gran densidad a base de Agrostis y Bermuda, por ejemplo, si bien este resultado habrá que conseguirlo con alturas de siegas bajas y frecuentes, con aportes de fertilizantes y agua acordes para tal fin, con tratamientos 
fitosanitarios correctos, etc. 

Debemos considerar que dentro de una especie, pueden existir cultivares o variedades que por sus características van a formar céspedes más densos que otros.

La uniformidad es una medida por la cual podemos estimar la apariencia que por igual tiene un césped. Como podremos observar la uniformidad se consigue gracias a la textura, la altura de siega, la densidad, las especies seleccionadas, el color y otros factores culturales.

La textura es la medida del ancho de la hoja. Céspedes de textura fina, como pueden ser la Festuca rubra o la Poa trivialis tienen hojas estrechas.
Y en extremo contrario nos podemos encontrar las especies cespitosas de textura gruesa, como pueden ser la Festuca arundinacea o el Stenotaprhum secundatum, por citar algunas. 

Hay que tener en cuenta que la textura va a influir en la mezcla de especies que seleccionemos para formar una superficie cespitosa. Generalmente especies de textura fina y gruesa no deben ser
implantadas juntas ya que podría resultar una falta de apariencia en la uniformidad del césped.

El color es otra medida, pero esta vez es la medida de la luz reflejada por el césped. Hemos podido observar que existen céspedes con variación de color, incluso dentro de una misma especie sus cultivares pueden variar de un verde claro a otro verde oscuro. El color también pude variar dentro de la misma planta a lo largo de su vida, así puede suceder un cambio de color en los primeros estadios y al final del período de crecimiento. 


Así tenemos que la Poa annua y la Poa pratensis son dificultosas separarlas en verano por su color, pero a principios de primavera esta distinción se realiza bastante bien, cuando la diferencia de color es más notable. El color puede ser un signo identificativo de las condiciones generales de la planta. Un color amarillento o clorótico puede indicarnos una deficiencia de nutrientes, un
problema de enfermedades o algún otro factor desfavorable en el crecimiento de la planta. Y al contrario, un color verde oscuro también puede indicarnos un excesivo aporte de fertilizantes o, a través de algún dermosíntoma, la presencia de alguna enfermedad. 

Igualmente la calidad de la siega puede también influir en el color del césped. Céspedes segados con una segadora mal afilada, por ejemplo, pueden mostrar connotaciones marrones en las puntas de las hojas.

El habito de crecimiento es otra cualidad visual que va a dar personalidad al terreno encespado. Existen tres tipos básicos de crecimiento como sabemos. Por macolla, por rizomas y por estolones. Estas formas de crecimiento van a condicionar de algún modo las cualidades visuales del césped.

La uniformidad, la densidad, la altura de la siega, etc., van a estar ligadas estrechamente a estos tipos de crecimiento.

La tersura es un aspecto de la superficie del césped que afecta a la cualidad visual y a la jugabilidad de la zona encespada. Con inadecuadas siegas las puntas de la hojas pueden aparecer rasgadas y decoloradas y su tersura consecuentemente afectada. Así en el green de un campo de golf la calidad de la superficie puede verse desmejorada cuando las puntas de las hojas no están tersas. Del mismo modo la velocidad y el recorrido de la bola durante un tiempo determinado, pueden verse afectadas cuando la superficie
de la zona no está tersa y uniforme.

La elasticidad es la tendencia de las hojas de un césped a volver a su estado inicial una vez que éstas han sido modificadas por fuerza de compresión.
Se demuestra cuando existe un tráfico determinado o cuando se
siega. Esta propiedad se reduce en extremo cuando el césped está helado o muy frío, por ello el tráfico debería ser suspendido sobre céspedes helados durante el período de crecimiento hasta que la helada desaparezca y la elasticidad se vea incrementada, ya que puede afectar a la calidad de la superficie.

Esto suele ocurrir cuando las temperaturas diurnas aumentan, sin
embargo, el proceso se puede acelerar con un riego matutino sobre la superficie. Esto último se suele hacer en greenes de golf.

Rigidez es la resistencia de las hojas de un césped a la compresión y está relacionado con la resistencia al uso del césped. Esto está relacionado con la composición química de la planta, al contenido de agua en la hoja, a las temperaturas, al tamaño de la planta, a la densidad, etc. 

La Bermuda y la Zoysia son céspedes muy rígidos y de muy buena
resistencia al uso, Un poco menos rígidos y menos resistentes podrían ser los formados por Poa pratensis y Lolium perenne, le podrían seguir en menor grado los formados por Agrostis palustris y Poa annua, y como más bajos podríamos citar los formados por Poa trivialis.

Resilencia es la capacidad de un césped de absorber el shock que altera las características de su superficie, y de algún modo recuperar su estado primitivo.
Para ello las hojas y los tallos del césped pueden ser elementos
importantes. No obstante la capa de thatch o colchón tiene un papel a tener en consideración, al igual que la estructura y textura del suelo.

El desarrollo o crecimiento es una medida de la hierba recogida o segada.
Es un indicador de que el césped está creciendo, ya sea por la influencia de aportes fertilizantes, riego y otras prácticas culturales o por factores medioambientales. Esto conjuntamente con otro criterios nos puede dar una información sobre la calidad deseada en el césped y sobre la respuesta de éste a determinadas actuaciones, incidentes o factores medioambientales.

Enraizamiento es la cantidad de raíces activas que se pueden observar durante cualquier época de crecimiento. Se pueden observar a simple vista por la inspección de los tapones del pinchado o por muestras del suelo sacadas a tal fin. Cuando observamos numerosas raicillas blancas a lo largo de toda la muestra nos puede indicar un favorable desarrollo radicular. Si podemos apreciar raíces superficiales, cortas o paralizadas por una capa de fieltro puede ser el indicador de la posible presencia de problemas, especialmente si se nos avecinan períodos de stress.

La capacidad de recuperación podemos definirla como la capacidad de un césped a recobrar su estado después de haber sufrido daños, ya sean causados por enfermedades, insectos, desgaste por uso, etc.

La capacidad de recuperación varía con los diferentes genotipos de las especies y está fuertemente influenciado por las prácticas culturales y por las condiciones medioambientales. Los factores que pueden reducir la capacidad de recuperación de un césped pueden ser: excesiva compactación del suelo, inadecuada o excesiva fertilización y humedad, desfavorables temperaturas, enfermedades, insuficiente luminosidad, suelos contaminados, etc.

Los espacios encespados


Quizás el lector por echar en falta en esta información algunas cuestiones, debe profundizar en algunos aspectos sobre construcción y mantenimiento de ciertos espacios encespados. No vamos a comentar sobre esta materia, nos extenderíamos, y quizás nos saldríamos del contexto. Para ello, quizás deba consultar otras obras o interrelacionar determinados aprendizajes. Por consiguiente nos limitaremos a exponer ideas puntuales sobre algunos espacios
encespados, de un modo general y para que nos sirvan de apoyo.

Los jardines domésticos.

Pienso que son pocos los jardines domésticos que no tienen una zona destinada a césped. De todos modos dependerá fundamentalmente del diseño que la superficie ajardinada incluya más o menos metros de césped.

Para la instalación de estas superficies con césped sería conveniente preparar el suelo, liberarlo de malas hierbas y piedras y conseguir una profundidad cultivable determinada, aproximadamente 20 cm, y si es posible más.
Si el suelo es natural y es bueno mejor todavía, pero si no es así sería conveniente realizar un análisis químico y físico que nos determinara la necesidad de enmiendas para su mejora o la corrección oportuna. Esto, aunque no se suele hacer, es importante ya que a la larga nuestro césped nos demandará una serie de actuaciones para conseguir el grado de calidad deseado,
actuaciones que si en un principio hubiéramos definido, y por tanto acometido oportunamente, nos facilitarían y nos ahorrarían posteriores determinaciones.

La enmienda se realizará según se requiera, en los primeros 15 a 20
cm, e igualmente se aplicarán, siempre que se requiera, unos 90-120 unidades fertilizantes de Nitrógeno, otras tantas de Fósforo y otras de Potasio, ó 20 a25 gr/m2 de algún fertilizante compuesto; y de igual modo realizar un aporte de fertilizante en el momento de la siembra, del tipo 10-10-20, serían aconsejables. 

Si el terreno fuera ácido quizás sea conveniente aportar en el
momento de las primeras labores algún compuesto que contenga cal; o si fuera calcáreo podremos modificarlo aportando materia orgánica suficiente, o procurar corregirlo más adelante mediante aplicaciones periódicas de sulfato amónico (0.5 a 1 g/m2).

Existen algunas normas sobre la selección de tierra para la implantación del césped en jardines. Se dice que la tierra debería cumplir con una textura franco arenosa en un perfil inferior a 50 cm con un 50-80% de arena (con 25-40% de partículas con diámetro mayor de 0,25 mm), con menos del 30% de limo y 20% de arcilla. Con un pH entre 6 y 7,5 y un porcentaje en materia orgánica oxidable mayor al 3%, y un contenido en carbonatos totales
inferior al 10%. 

En cualquier caso, aunque estas recomendaciones pueden ser idóneas para muchos tipos de céspedes, existirán ciertas ocasiones en las que por diferentes motivos no podamos conseguir terrenos con estas características; no debemos pensar que nuestro césped de antemano será un fracaso, lo que sí debemos considerar desde un principio son las especies que vamos a seleccionar, cual va a ser la función primordial del terreno encespado y cuáles son sus requerimientos básicos o limitaciones.


Si el terreno tuviera suficiente pendiente, alrededor del 2%, o si fuera lo suficientemente permeable, quizá no habría necesidad de hacer drenajes, pero si no es así, quizás deberíamos proceder a la construcción de una red de drenajes a unos 30 ó 40 cm de profundidad, separados 3 ó 5 cm unos de otros, para que en un futuro y dependiendo de la funcionalidad de la zona, no se presentaran problemas relacionados con encharcamientos en el
terreno; de todas formas la realización de una red de drenajes es un capítulo que debería ser considerado y estudiado adecuadamente, y dependiendo de la funcionalidad de la zona quizás estos trabajos no se lleguen a realizar nunca, o pocas veces, en este tipo de espacios encespados.

La selección de las especies a implantar es también un capítulo importante, de ello dependerá en gran medida que el césped perdure y no sea difícil de mantener. Sepamos en cualquier caso cuáles pueden ser sus requerimientos y beneficios inmediatos. Por ello debemos considerar muchas de la cualidades funcionales y visuales comentadas anteriormente, y seleccionar las especies y los cultivares adecuados. No todas las regiones españolas pueden tener especies con igual comportamiento ante los factores
medioambientales y de uso, por ello la selección será muy importante para conseguir el grado de calidad deseado. Así como también para obtener el tipo de jardín deseado: jardines con grado alto de calidad, de grado medio y de grado bajo.

A la hora de sembrar, si lo hacemos a voleo, sería conveniente delimitar el terreno en franjas regulares de unos 3 a 4 m de ancho y utilizar la dosis recomendada, aplicándola de la forma más conveniente. Podemos recubrir las semillas con un recebo de material adecuado (Arena o mezcla de algún sustrato) o mulch, si fuera necesario. Las primeras labores, como el riego y la primera siega, estarán en función de las condiciones climatológicas de la
zona, pero tendremos en cuenta, entre otras, la profundidad radicular y la especie seleccionada para llevarlas a cabo.

El mantenimiento anual va a estar muy influenciado por la climatología y las especies seleccionadas, y especialmente por los criterios que se establezcan.

Los espacios públicos: parques y jardines

Dependiendo de su funcionalidad nos vamos a encontrar diferentes espacios públicos, que de igual modo necesitarán un nivel de mantenimiento. En algunos casos, en los céspedes más intensamente cuidados, las siegas pueden realizarse cada 3 ó 4 días con maquinas helicoidales, la fertilización se puede realizar bajo un programa determinado y con abonos de liberación lenta, incluyendo la eliminación de malas hierbas, etc. 

Es decir van a tener estos espacios encespados un nivel alto que contemplará la realización de la mayoría de las operaciones culturales que se pueden llevar a cabo en un césped (siegas, verticut, pinchados, tratamientos fitosanitarios, recebos, fertilización, etc.). Éstos espacios se encentran normalmente en parques públicos emblemáticos y en zonas concretas de parques y jardines situados en centros urbanos. 

En estos espacios se suelen utilizar especies como el Agrostis o la Bermuda híbrida y en algunos casos ciertas Festucas, que posibilitan, entre otras, la formación de céspedes de una gran belleza siempre y cuando la realización de las labores culturales sean las apropiadas; no obstante, y dependiendo de los criterios conservadores, se debería elegir especies y programas de mantenimiento con ciertas exigencias, como las que más adelante se expondrán.

Del mismo modo nos podemos encontrar con céspedes que si bien se encuentran en zonas públicas céntricas de la ciudad, no están tan cuidados como los primeros, pero no dejan de estar atendidos, ya que al fin y al cabo se pretende mantener cierto grado de calidad. Suelen estar sustituyendo a otro tipo de cubridoras o simplemente bordean a planteles de vivaces o se entremezclan con el paisaje, pero aunque el diseño en estos espacios va a estar relacionado directamente a la hora de obtener el grado de calidad deseado, no se llega a requerir en estos céspedes un alto standing de calidad.

Estos se suelen segar una vez a la semana con segadoras rotativas o
helicoidales, en época de crecimiento activo; y la fertilización se realiza una o dos veces al año, y la mayoría de las prácticas culturales se llevan a cabo de una forma aleatoria, y a veces muchas de ellas se dejan de hacer.
Podemos mencionar, por atribuir a estos céspedes otro grado de calidad, los céspedes que están destinados a esparcimiento o zonas de juego en los parques públicos y jardines de muchas ciudades. Estos no llegan a alcanzar un grado de calidad alto, ya que se pretende, en la mayoría de los casos, simplemente que se mantenga la zona con una cubierta verde sin importar la calidad de ésta. 

Se siegan con segadoras rotativas a unas alturas mayores que en los
anteriores, dependiendo de las especies seleccionadas, llegando a alcanzar alturas de siega de hasta 8 ó 10 cm. La fertilización de estos espacios va a estar muy influenciada por la calidad deseada en los mismos y por otras condicionantes como pueden ser el suelo, la frecuencia de la siega, el riego, etc.

Los espacios deportivos

Existen una gran cantidad de juegos y deportes que se practican sobre césped. Así tenemos que el fútbol, golf, rugby, hockey, polo, tenis, etc., son  deportes que podemos ver o practicar, en mayor o menor grado, sobre céspedes, con más o menos calidad. 

Igualmente podemos ver otros deportes que llevan ligado el césped como base indirecta de su práctica, o entorno funcional de los mismos. Las carreras de caballos, los saltos ecuestres, los circuitos de competición de velocidad, etc. Las condiciones del terreno de
juego, o simplemente el estado funcional del césped, van a determinar muchos de los resultados finales que se pueden esperar de la implantación de estas cubiertas. 

No vamos a comentar, ni tan sólo brevemente los modelos
constructivos ni los programas de mantenimientos que estas superficies requieren, aparte de la gran extensión que nos ocuparía para poder conocerlos nos extralimitaríamos del objetivo de esta información, en cualquier caso el lector podrá recoger ciertas ideas que podrá llevar a la práctica para entender mejor estos espacios.



Fuente: Manejo de céspedes con bajo mantenimiento en agua. 
             Consejería de Agricultura y pesca de la Junta de Andalucía.
             Rafael J. Monje Jiménez.