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domingo, 8 de junio de 2014

LA CIENCIA DE LA SOMBRA EN DISEÑO DE JARDINES

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Sombras en Diseño de Jardines



Recuerdo muy bien la respuesta que me dio un viejo jardinero amigo mío y hombre experimentado y sincero, a alguien que le preguntaba la forma de solventar los problemas que se plantean en un jardín sombreado:

"Escuche, joven -respondió-, no me hable de problemas de sombras porque le diré que si no la tuviera en abundancia en mi jardín, ciertamente tendría que inventarla de algún modo".

Esto fue todo. Este mensaje, y la filosofía que encierra, ha estado siempre presente en mi mente: la sombra no es un problema, sino un bien. Así es: resulta de suma importancia para el crecimiento de los diversos tipos de plantas.

Puede decirse que, con muy pocas excepciones, no existen diferencias básicas entre una planta de jardín sombreado y la que necesita de la luz del sol en grandes cantidades. Hablando en
general, es imposible distinguirlas a simple vista y, aunque existen determinados grupos de plantas en los que suelen predominar las que prefieren la sombra, en la mayoría de los casos, los macizos son una mezcla impredecible de unas y otras. Puestos en la tesitura de tener que definirlos, estaríamos dispuestos a admitir que las plantas que se podrían cultivar en un jardín sombreado son muchísimas más de las que hemos podido incluir aquí.

Mientras que la mayoría de los parterres y arriates soleados basan en gran medida su atractivo en el brillante colorido de las flores y hay que aceptar que, en el jardín sombreado, tal principio no suele cumplirse estrictamente en la mayoría de los casos.

Las plantas de flor adaptadas a crecer solamente en la sombra deben producir flores para perpetuarse, pero, en líneas generales, dichas flores son menos atractivas que las del jardín abierto. Las plantas que toleran la sombra, en oposición a las que la exigen, florecerán con frecuencia con menos efectividad, si es que florecen, cuando se cultivan en áreas sombreadas, por lo que su atractivo debe captarse en la densidad del follaje o en su forma en conjunto.

Muchos arbustos encuentran su entorno natural en los bosques, como sucede con muchas perennes herbáceas. Por su parte los helechos están muy bien representados, mientras que las hierbas ornamentales son pocas y las plantas de rocalla menos aún. Las plantas de roca suelen preferir los lugares expuestos y soleados, y hay relativamente pocas -por lo general las que crecen en las grietas-, que puedan prosperar a la sombra.

Por contra la representación de los bulbos es bastante amplia, e incluye toda una serie de tipos que crecen de forma natural en bosques de hoja caduca y son de floración temprana, antes de que se extienda el toldo vegetal que convierte el hábitat en un lugar mucho más umbrío.

La Ciencia de la sombra

La clorofila no está presente en los animales, ni en los hongos, pero se da en las algas, en todas las plantas de flor, en los helechos y en
otros vegetales afines. Posiblemente se trata del compuesto químico más importante de nuestro planeta, ya que otorga a los organismos que lo poseen la capacidad de aprovechar la luz solar para producir alimentos esenciales a partir de dos materias primas: el dióxido de carbono y el agua. La clorofila se puede considerar como la catalizadora necesaria para que se produzca fotosíntesis. En el jardín sombreado, este ingrediente vital que es la luz solar resulta escaso.

Cómo llegan a crecer las plantas en la sombra

Las plantas de sombra han desarrollado unos sistemas que aprovechan al máximo la luz solar que llega a una zona sombreada. Ni en la oscuridad total ni con niveles de luminosidad extremadamente bajos podrán medrar las plantas verdes, aunque los que menos dificultades tendrán serán los helechos.

Muchos los habrán visto crecer de forma absolutamente satisfactoria en condiciones muy sombrías, tales como cuevas y en las paredes internas de los pozos, pero el hecho de que consigan desarrollarse con tan poca luz tiene algo de misterioso.

En muchos casos podemos ver, simplemente observando la estructura de la hoja, cómo se ha adaptado para captar al máximo de luz posible. Algunas plantas de lugares sombreados tienen hojas anchas, planas, anguladas para recibir el máximo de luz solar. Si examinamos estas hojas al microscopio veremos que tienen capas de células superficiales muy delgadas que permiten que la luz penetre con facilidad hasta las células que contienen clorofila que, a su vez, suelen estar cerca de la superficie.

De todo lo dicho se podría deducir que basta con examinar una planta para determinar si será apropiada para lugares sombreados. Sin embargo, hay tantas variaciones y, ni que decir tiene, mecanismos tan distintos dentro de las plantas que sería arriesgado confiar plenamente en la simple observación.

Lo dicho sobre la clorofila parece indicar que si una planta es pobre
en clorofila tendrá problemas en las zonas poco iluminadas. Y así es. Las plantas de hojas variegadas, es decir, de coloración abigarrada tienen la clorofila de la hoja limitada a determinadas zonas, mientras que a través de las restantes se muestran los pigmentos amarillos o de otros colores.

Una máxima útil, por tanto, es tener en cuenta que las plantas de hojas variegada tienden a crecer con más lentitud y menos vigor, en general, que las que son totalmente verdes. Ciertas hiedras 
variegadas despliegan este fenómeno de forma manifiesta y cambian al color verde cuando crecen a la sombra.

Lo más difícil es encontrar plantas que combinen el follaje variegado con la tolerancia de la sombra, y las que lo consiguen son muy apreciadas. Parece que las plantas de hoja púrpura o rojiza tienen menos problemas a este respecto ya que no les falta clorofila, sino que, simplemente, la enmascaran con otro pigmento.

La importancia de la humedad

Las hojas no sólo tienen la misión de realizar la fotosíntesis; es a través de ellas como se evapora el agua a la atmósfera, siendo sustituida por la que la planta extrae de las raíces y el terreno.


Una hoja adaptada para recibir una cantidad óptima de luz solar con sus hojas planas y anchas, presentará inevitablemente una superficie ideal para la evaporación y la pérdida de agua. Ello podría dar lugar al problema del exceso de agua perdida, pero, por fortuna, los lugares sombreados suelen ser húmedos y, con una atmósfera cargada de humedad alrededor de la planta, se reducirá la evaporación. 

El auténtico problema se produce en los lugares que no sólo son sombreados, sino cálidos y secos por añadidura. Tales condiciones crean un ambiente difícil para la hoja, ya que ha de tratar de captar la luz solar al tiempo que debe retener la humedad suficiente que le permita crecer de forma satisfactoria.

Algunas plantas incluso se han adaptado a este dilema, pero la consecuencia práctica es que las que medrarán en lugares secos y umbríos son muy pocas y, por tanto, deberemos cuidarlas como oro en paño.


Fuente: Plantas de sombra. Stefan Buczacki. 
Tursen Blume ediciones



martes, 8 de abril de 2014

EL HUERTO EN PRIMAVERA

Arte y Jardinería Diseño de Jardines

Primeras labores del huerto


Estamos saliendo del riguroso invierno, las pulsaciones vitales se aceleran y toda la naturaleza comienza a dar signos de clara transformación. En primavera todo va muy de prisa y el horticultor no puede dormirse y aletargarse en la pereza invernal.

El huerto empieza a despertar y, a pesar de alguna helada tardía y de las posibles lluvias, los días de buen tiempo primaveral nos animarán a realizar nuevos bancales y a sembrar o trasplantar en los que preparamos durante el invierno.

En estas fechas, tal vez tengamos alguno de los bancales con abono verde florecido (vezas o habas forrajeras), señal de que es el momento de triturarlas y dejarlas descomponer un tiempo sobre la tierra, integrándolas ligeramente con labores superficiales cuando presenten un cierto grado de deshidratación. Antes de la operación de siega o de triturado del abono verde, podemos esparcir una cierta cantidad de compost – de 1 a 4 kg por m2 – en función del cultivo que vayamos a realizar en esas parcelas.

Conviene experimentar la práctica de plantar las matas de tomates, pimientos, berenjenas e incluso coles o lechugas directamente en los bancales en los que ha sido triturado el abono verde junto al compost, sin mezclar – o sólo ligeramente – con la tierra del bancal, dejándolo todo como compostaje en superficie. Recordemos que el 40% de la masa vegetal que crece en un espacio determinado está compuesto por las raíces de las plantas; por lo que esas raíces del abono verde en descomposición aportarán, a largo plazo, gran cantidad de nutrientes a nuestras plantas cultivadas, como el nitrógeno sintetizado por las bacterias nitrogenadoras de las leguminosas empleadas.

Pensemos ya en los acolchados: quizás convenga empezar a cubrir aquellos bancales que destapamos en invierno para que recibieran algo de radiación solar adicional. Con el incremento de las temperaturas se incrementa el nacimiento de las semillas de hierbas presentes en la tierra de cultivo, por lo que la oscuridad que ofrece la sombra de la paja u otros restos orgánicos que componen el acolchado impedirá la germinación de las mismas y nos ahorrará trabajos posteriores de desherbado o control de las adventicias. Naturalmente, excluiremos del acolchado los bancales que destinemos a la siembra directa – zanahorias, judías, etc. –, aunque siempre cabe acolcharlos con un dedo de mantillo o con compost muy descompuesto que, además de mantener la humedad necesaria para la germinación, hará de acumulador de la radiación solar – color negro – protegerá ligeramente la tierra del frío nocturno e inhibirá el desarrollo de las hierbas adventicias.

En las zonas frías hay que planificar las siembras y demás labores de cara a la nueva temporada. Conviene empezar preparando los semilleros protegidos o de cama caliente, para tomates, pimientos y berenjenas que, como solanáceas que son, requieren unas condiciones más cálidas que otras plantas menos sensibles al frío, como las lechugas, las escarolas o las coles.

De hecho, tanto en semilleros protegidos como en plena tierra, en la mayoría de regiones podemos realizar siembras de lechugas, zanahorias, coles, acelgas, remolachas rojas, nabos, rabanitos o espinacas. En las zonas templadas y cálidas nos atreveremos con las judías de mata baja o los calabacines. Sembraremos melones y sandías en semilleros protegidos.

Trasplantaremos a plena tierra – cuando calculemos que ya no habrá más heladas – tomateras, berenjenas, pimientos, calabacines y calabazas. Los melones y las sandías los trasplantaremos en abril o mayo.

Vigilaremos a menudo los semilleros protegidos y los invernaderos; los días muy calurosos tendremos que abrirlos y ventilarlos bien, y los días fríos y por las noches, será conveniente cerrarlos e incluso cubrirlos con alguna protección especial (manta vieja o estera), acordándonos de destaparlos en cuanto salga el sol.

Aprovecharemos los días en la fase de luna llena (o periodo de luna descendente) para voltear los montones de compost realizados durante el otoño o el invierno, pudiendo mejorar su composición o textura, con adicción de cenizas o de cal, si se trata de una tierra ácida, o con arena porosa (perlita, vermiculita) o fibras de coco, si es una tierra arcillosa, compacta o muy pesada.


Fuente: Agenda del huerto y el jardín ecológicos
Mariano Bueno y Jesus Arnau
Editorial: Integral



viernes, 24 de enero de 2014

EL JARDÍN EN PRIMAVERA

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Algunos consejos para nuestro jardín en primavera



La Primavera es, indiscutiblemente, la estación de las flores, pues es cuando florecen la gran mayoría de plantas. Poco a poco van quedando atrás las heladas, las temperaturas se suavizan, los días son más largos y el buen tiempo viste las plantas de hojas nuevas despertándolas de su letargo. La naturaleza se expande deseosa de vivir, iniciando un periodo en el que estar en el jardín es una auténtica delicia. Contemplarlo y sentirlo nos llena de optimismo y alegría. Salir al jardín empieza a ser más apetecibles y de forma natural reemprendemos también nosotros nuestras tareas y nuestra relación con él.

Las condiciones suaves de la primavera estimula la germinación y el crecimiento de hierbas competidoras, así como el desarrollo de parásitos y enfermedades. Hay que saber interpretarlos correctamente y no precipitarse usando medios radicales que pueden dar soluciones al momento pero complicaciones a medio y largo plazo. Por ejemplo, la presencia de áfidos en
algunas plantas se suele tratar con rotenona y el síntoma desaparece, pero la causa suele ser un exceso de nitrógeno en la tierra. La aparición de la araña roja está relacionada con el estrés hídrico por exceso de sequedad, y los hongos, por exceso de humedad. Si no tenemos en cuenta las causas, el problema volverá cíclicamente.

Es la época en que los pájaros anidan y hay que valorar lo que su presencia significa para el jardín. Aunque se coman alguna cereza, también colaboran con nosotros comiendo kilos de insectos (sobre todo en época de cría), abonando el jardín con sus deyecciones y dándole vida para que el jardín no se vea demasiado humanizado.

Repasemos nuestra agenda estudiando el seguimiento de los problemas que las diferentes plantas han sufrido y consideremos lo acertado en los diagnósticos y en los tratamientos. Aprendamos de nuestros aciertos y de nuestros fallos.

Es un buen momento para realizar una fumigación preventiva en las plantas más débiles con cola de caballo y purín de ortigas (sin pasarse en la dosificación, para no dañar a los cultivos delicados). Para tener provisión regular de ortigas, plantaremos un macizo de ortiga dioica, enterrando algunas raíces en un rincón húmedo del jardín.

Mulliremos el terreno allí donde se haya apelmazado en exceso, para facilitar el desarrollo de las raíces, la vida microbiana y los animales en general.

Iremos sacando del compostero el mantillo procedente del compost que iniciamos la temporada anterior, para llevar a cabo un abonado orgánico que situaremos bajo el acolchado para propiciar un buen comienzo de temporada.

Al principio planificaremos las plantaciones de todo tipo a cultivar durante la temporada, pues prácticamente podemos plantar y sembrar de todo. Acondicionaremos aquellos lugares donde se plantarán las anuales y bienales que florecen mediada la primavera. Los especímenes de hoja perenne no se deben plantar o trasplantar cuando hayan comenzado a subir las temperaturas, siendo mejor dejarlo ya para la próxima temporada.

La lista de plantas que florecen estos días es interminable. En marzo florecen
la mayoría de los frutales, como los manzanos y los almendros. También lo hacen los Clematides, Crocus, Prunus, tulipanes, brezos, rododendros, Viburnum, Forsythia, Jasminum nudiflorum. Hacia abril florecen las glicinias, Cercis, lilos, bolas de nieve, camelias, bergenias, lirios, tulipanes. En mayo: geranios, magnolias, caléndulas mahonia, Ribes, lavanda prímula, saxífragas, narcisos, claveles, rosales, jaras, majuelos, azaleas, genistas, acantos, Aubrieta, Paeonia, Laburno, etc. A mediados y finales de la estación es el momento adecuado para la poda principal en las especies que florecen sobre leña vieja a principios de primavera. También es hora de limpiar las ramas muertas o dañadas por las inclemencias invernales.

La poda puede ser necesaria en algunas especies y superflua en otras. Debemos cortar lo menos posible, ya sea desde el punto de vista estético, funcional (que dificulte el paso o ahogue a otras plantas) o terapéutico (para sanear). Un corte de poda es una agresión y, para recuperarse, la planta deberá recurrir a todos
los recursos y reservas. Cuanto más cortemos, más debemos restituir la agresión en forma de abonados orgánicos.

Al principio de la temporada hay que revisar, ajustar y poner en funcionamiento el sistema de riego. Los riegos deberán ser más frecuentes a medida que el calor sea más intenso. Es preferible regar por la mañana o al atardecer, y nunca a las horas de más calor.

En primavera, las hormigas pueden representar un problema, que se puede solucionar rociando las sendas y los hormigueros con agua en la que se ha disuelto el caldo resultante de macerar cigarros y colillas, cargado de nicotina, y que, además, dará brillo a las hojas.

Es interesante favorecer a nuestros colaboradores los pájaros insectívoros, con la colocación de nidos en los árboles. Son fáciles de hacer: basta una caja de madera con un tejadillo y un agujero para entrar. Hay que vigilar que no sean ocupados por ratones u otros huéspedes imprevistos.

Fuente: Agenda del Huerto y el
Jardín Ecológicos
Mariano Bueno y Jesús Arnau

Editorial Integral



miércoles, 22 de enero de 2014

PODA DE LOS ROSALES

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Cómo podar los distintos tipos de rosales



Se necesita poca poda. Cada año, corte los brotes dañados, muertos o enfermos hasta unos centímetros por encima del suelo y cada dos o tres años corte uno o dos de los brotes más largos, gruesos y viejos para estimular la renovación de brotes. A veces se aconseja acortar algunos de los brotes primarios cada año, pero yo no lo haría porque produce una proliferación de brotes desde el punto de corte. Suprima las flores si puede alcanzarlas bien, pero no corte aquellas variedades que producen atractivos escaramujos otoñales.

Método 2

Usar con: Rosales Floribunda, Ingleses y de Patio grandes.


 Corte cada año los brotes muertos, dañados o débiles hasta unos centímetros por encima del suelo. Luego corte, también casi a ras del suelo, el tercio más viejo de brotes y, finalmente, pode los brotes restantes en un tercio de su longitud.

Método 3

Usar con: Híbridos de Té


 Corte cada año los brotes muertos, dañados o débiles hasta unos centímetros por encima del suelo. Luego corte todos los brotes restantes aproximadamente por la mitad.

Método 4

Usar con: Rosales Miniatura y Rosales de Patio pequeños.


 Se trata más bien de una limpieza y debe hacerse siempre en primavera, después de la última helada. Corte todos los brotes muertos o moribundos (habrá unos cuantos) casi a ras del suelo. Aclare también el número de brotes para eliminar congestiones. Luego pode los brotes viejos y largos florecidos hasta unos 10 cm por encima dela base de la planta (muchos Miniatura producen brotes florales de doble altura que el resto de la planta) y finalmente pode los brotes restantes en un tercio de su longitud.

Método 5

Usar con: Rastreros Wichuraiana.


 Cuando son jóvenes, guíe las plantas para formar una estructura. Luego, cada año después de florecer, corte un tercio de los tallos viejos casi a ras del suelo y corte los brotes laterales florecidos restantes hasta unos 10 cm de su unión con los tallos primarios.

Método 6

Usar con: Rastreros Multiflora.


 Cuando son jóvenes, guíe las plantas para formar una estructura. Durante los siguientes dos o tres años corte los laterales viejos florecidos hasta unos 10 cm de su unión con los tallos primarios. En plantas viejas y establecidas, corte los tallos viejos florecidos a ras de suelo tras la floración.

Método 7

Usar con: Especies trepadoras, Trepadores Modernos, Trepadores Híbridos Almizclados, Trepadores Bourbon.


 Se necesita muy poca poda, De jóvenes, guíe las plantas para formar una estructura. Luego, cada año, corte uno o dos brotes viejos, si hay bastantes brotes nuevos para reemplazarlos como parte de la estructura principal. Si no hay bastantes brotes nuevos, deje sin podar la estructura principal. Después de atarlos, corte los brotes demasiado largos.

Método 8

Usar con: Trepadores Noisette, Trepadores Híbridos Perpetuos, Rosales de Té Trepadores, Híbridos de Té Trepadores, Floribunda Trepadores.


 De jóvenes, guíe las plantas para formar una estructura. Luego, cada año, corte los laterales viejos florecidos hasta unos 10 – 15 cm de su unión con la estructura principal. Cada pocos años, sustituya uno o dos brotes viejos de la estructura si hay bastantes brotes nuevos y vigorosos. Si no, no toque la estructura principal.

Poda de rosales estándar

Los Rosales Estándar son variedades arbustivas o de mata injertadas en rizomas con un tallo vertical fuerte. Se deben podar del mismo modo que sus homólogos normales excepto en que los cortes se hacen en relación con la cabeza, la posición en que se ha injertado la variedad de flor, donde se verá una inflamación, y no a ras de suelo o en la base de la planta.


Supresión de flores

Se trata de cortar las viejas inflorescencias. En parte es para ordenarlas, pero disminuye la posibilidad de que se establezcan enfermedades, además estimula la eclosión de nuevas yemas – en variedades de floración repetida o continua – que darán un nuevo brote de flores. Las únicas variedades a las que no se debe quitar las flores son las Especies de rosal y los Arbustivos que producen atractivos escaramujos en otoño; y por supuesto a aquellas plantas que son demasiado grandes para manejarlas.

Poda de setos de rosal

No tiene mucho sentido cultivar rosales como plantas de seto si se podan fuertemente o se cortan igual que los setos normales, ya que se eliminarían las yemas florales. Mi consejo es tratarlos como lo que son, una hilera de arbustos de flor, y realizar sólo las podas necesarias para mantenerlos aseados. En muchos casos, no se necesitará más poda que quitar los brotes muertos o débiles.



Fuente: Rosales
Stefan Buczacki

Blume Ediciones



martes, 3 de diciembre de 2013

PLANTAS PERENNES MEDIANAS

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES


Diferentes variedades de plantas perennes medianas.



Muchas de las plantas perennes más hermosas y conocidas cuentan con alturas medias de 60 a 120 cm. Estas plantas son excelentes compañeras de las perennes altas o de los arbustos en plantaciones mixtas, pero también pueden constituir un grupo o un conjunto por derecho propio. Algunas cuentan con un follaje tan espectacular que merecen plantarse solas.

La mayor parte de estas plantas son robustas y no necesitan soporte alguno; sin embargo, un estacado puede resultar útil para aquellas que presenten tallos finos cargados de grandes o pesadas cabezuelas de flores para evitar que éstos se doblen a causa de los efectos producidos por el viento.

Galega orientalis
Ruda Cabruna



Esta arbustiva, compacta y con tallos largos y erectos, cuenta con hojas verdes y espigas de flores violetas parecidas a las de los guisantes; nacen a principios de verano. Con buenas condiciones, se expande. Mide hasta 1,2 m de alto y 75 cm de ancho.

Aconitum x cammarum ‘Bicolor’
Acónito



Estos acónitos son plantas de jardín muy apreciadas, aunque son venenosas. En verano, este hermoso híbrido presenta una atractiva combinación de flores violeta azuladas y blancas. Mide hasta 1,2 m de alto y 50 cm de ancho.

Chrysanthemum ‘Clara Curtis’
Crisantemo



Esta perenne arbustiva florece en verano y en otoño. Las hojas son muy olorosas, y poseen gran cantidad de hermosas flores que recuerdan a las de las margaritas. Divídala cada pocos años. Mide 75 cm de alto y 45 cm de ancho.

Baptisia australis



El bonito follaje, azul verdoso a principios del verano, se torna gris y, más tarde, verde. Las espigas de flores dejan paso a las vainas de las semillas que, secas, en invierno, resultan altamente decorativas. Mide hasta 1,2 m de alto y 60 cm de ancho.

Geranium psilostemon
Geranio



Las flores magenta con centros negros resultan espectaculares a mediados de verano. El color de las hojas, con un largo pecíolo y divididas, aumenta su intensidad en otoño. Precisa estacado. Mide hasta 1,2 m de alto y 1,2 m de acho.

Heliopsis
‘Light of London’



A finales de verano y principios de otoño, esta perenne de tallos rectos se llena de cabezuelas de flores naranjas semejantes a las de las dalias. Sus hojas dentadas son de un color verde oscuro. Mide hasta 1,4 m de alto 75 cm.

Lupinus ‘Inverewe Red’
Altramuz



Vigorosa perenne con hermosas hojas digitadas y erectas espigas cilíndricas de flores rojas parecidas a las de los guisantes, que surgen a principios de verano. Existen otras variedades con distintos colores. Mide hasta 1,1 m de alto y 60 cm de ancho.

Penstemon
‘Garnet



Se trata de uno de los géneros más resistentes y coloridos. Presenta hojas estrechas, semicaducas, y espiras de flores rojas desde mediados de verano hasta principios de otoño. Mide hasta 65 cm de alto y 60 cm de ancho.

Hemerocallis
‘Golden Chimes’



De principios a medianos de verano nacen delgadas y ramificadas cabezuelas de flores amarillas con forma de trompeta que se elevan sobre un fondo de vigorosas hojas graminoides. Cada flor dura un día. Mide hasta 75 cm de alto y 60 cm de ancho.

Lythrum virgatum
‘The Rocket’



Los grupos de tallos finos y erectos, repletos de hojas, se llenan en verano de largas espigas de flores de un rosa rojizo. Crece mejor en suelos ricos y húmedos. Buena candidata para plantar en orillas. Mide hasta 1 m de alto y 45 cm de ancho.

Sidalcea
‘William Smith’



Se trata de una de las perennes más conocidas. Sus hermosas hojas profundamente divididas se agrupan en torno a un tallo erecto que se llena de flores rosa salmón en verano. Mide hasta 1,2 m de alto y 1 m de ancho.



Fuente: Qué planta en qué lugar
Roy Lancaster

Editorial: Blume






lunes, 2 de diciembre de 2013

SUSTRATOS Y ABONOS

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Abonos y sustratos para mejorar la estructura del suelo




Los sustratos son tierras de cultivo ya preparadas que se añaden al terreno cuando éste presenta deficiencias de nutrientes por estructura. También pueden utilizarse en macetas y jardineras. Estas mezclas de tierra son muy equilibradas en su composición y propician un medio idóneo para el desarrollo de las plantas.

Mezcla de sustratos

Existen diferentes tipos de sustratos y materiales inertes para mejorar el terreno.

Clases de sustratos. Antes de plantar en el jardín conviene invertir un poco de tiempo y tratar de mejorar tanto su textura como susceptibilidad añadiéndolos sustratos necesarios. A continuación se muestran los más indicados.

Turbas

Se pueden encontrar turbas negras y rubias, extraídas, sobre todo, de los países del norte de Europa (las turbas de la península ibérica son de peor calidad). Estos dos grandes grupos se diferencian por su
grado de descomposición. Las negras se encuentran a mayor profundidad y están más descompuestas, de ahí su color oscuro. Se emplean para hacer semilleros, ya que permiten que haya una humedad constante, muy beneficiosa para que germine la semilla. Por el contrario,  las turbas rubias se localiza a menor profundidad y se emplean en las plantas cultivadas en maceta, ya que retienen bien la humedad.

Mezcla de tierras

En el mercado se pueden encontrar numerosas mezclas de tierra ya preparadas. Las siguientes son las más aconsejables.

Mezcla de brezo

Resulta una tierra ácida, poco rica nutrientes de una gran porosidad y que ofrece un buen drenaje. En su mesa tiene tres cuartas partes de tierra ácida que la hacen muy aconsejable para cultivar rododendros, brezos, etc.

Mezcla de turba

Se compone de una parte importante de turba y otra de arena gruesa o perlita. De reacción ácida, resulta una mezcla pobre en nutrientes que se debe regar adecuadamente. Se utiliza sobretodo para los semilleros.

Mezcla de tierra clásica

En los centros de jardinería se pueden encontrar ciertas mezclas ya elaboradas de tierra, que se suelen componer de un tercio de tierra corriente del jardín, un tercio de turba y otro de arena. Es una mezcla muy equilibrada en nutrientes, por lo que resulta ideal para una amplia gama de plantas.

Otros tipos de sustratos

En este apartado se incluyen los materiales inertes que se añaden a los sustratos con el fin de que sea mayor la aireación y retengan más agua.

Perlita - materia de origen volcánico de propiedades análogas a la arena. Es interesante como absorbente de abonos y agua, que posteriormente elimina de forma gradual.

Vermiculita - se caracteriza por su elevada capacidad de absorción del agua y las sustancias nutritivas.

Arcilla expandida - se obtiene sometiendo un tipo de arcilla a
1200 °C. Estas arcillas son capaces de hacer crecer hasta un 50% de su propio peso, lo que les permite conservar la humedad óptima para la planta. Por otro lado, también aligeran y oxigenan el sustrato del cultivo.
Poliestireno expandido - es un material plástico derivado de los procesos industriales. Se emplea con la finalidad del disgregar el sustrato.

Los abonos orgánicos

La materia orgánica, rica en microorganismos tan necesarios para mantener la tierra del jardín en buenas condiciones, termina transformándose lentamente y desaparece. Para compensar estas pérdidas, es necesario que el suelo reciba nuevos aportes con el fin de mejorar su estructura y aumentar su fertilidad y su fauna beneficiosa (lombrices, larvas, etc). Esta es la función de los abonos que proceden de la descomposición de sustancias animales o vegetales.

Abono orgánico líquido

Una forma de fertilizar las plantas con abono orgánico es aplicándolo en forma líquida, ya que resulta más cómodo y práctico de utilizar. Para ello hay que disolver el abono en agua y después regar la planta con esta disolución. Conviene no excederse con este tipo de abono ya que, al absorberlo la planta rápidamente puede resultarle dañino.

Tipos de abono - Los orgánicos son abonos de acción lenta ya que para que sus elementos sean absorbidos por las plantas, necesitan una transformación previa. Los más destacados son los siguientes:

Mantillo - se origina por la fermentación del estiércol o de otras materias orgánicas. El mantillo deberá estar siempre bien fermentado, pues de lo contrario no destruirá las semillas de las malas hierbas. Nunca debe emplearse sin mezclar porque puede producir quemaduras o transmitir enfermedades que dañen irreversiblemente las plantas.

Compost - es una mezcla de materia orgánica descompuesta, como,
por ejemplo, restos de vegetales. Se emplea para acondicionar y fertilizar las tierras de cultivo. Aunque es un tipo de abono orgánico de bajo contenido en los elementos nutrientes básicos (nitrógeno, fósforo y potasio), aporta humus y mejora la estructura del suelo.

Otros tipos - existen otras sustancias orgánicas con las que uno mismo puede hacerse su propio abono. Este es el caso de los desperdicios de la comida como las peladuras, los posos de café, e incluso, la harina de huesos. También es posible hacer abonos orgánicos con las cenizas de madera, los artículos de punto de fibra natural o los periódicos. si los abonos se hacen con los restos orgánicos del jardín, hay que procurar desechar el material enfermo y las hojas perennes.

Los abonos minerales

A diferencia de los abonos orgánicos, los minerales actúan de manera más directa, es decir, pueden ser asimilados por las plantas sin sufrir una transformación previa. También resultan más ricos en principios fertilizantes, pero, en cambio, tienen un papel casi nulo en la modificación de las propiedades físicas de sueldo. Los minerales que mayor beneficio aportan a las plantas son el nitrógeno, el fósforo, el potasio y el hierro.


Propiedades de los abonos minerales - El aporte de cualquiera de los minerales citados a continuación influye en el buen desarrollo de las plantas, y su carencia repercute en la salud te estás.

Nitrógeno (N)

              Propiedades: la planta lo consumen grandes cantidades y por tiene verdadera necesidad. Su aporte favorece un rápido crecimiento de las hojas, los tallos y los brotes.
              Carencia: la falta de nitrógeno se observa cuando la planta pierde vigor en el crecimiento. Presenta escasez de follaje y las hojas viejas están amarillas.
               Ahora bien, el exceso de este mineral puede ser tan perjudicial como su defecto, ya que puede producir un crecimiento exagerado, formando plantas débiles y, por tanto, propensas a las plagas enfermedades.

Fósforo (P)

                Propiedades: favorece la formación de flores y frutos y
estimula el crecimiento de la raíces, ayudando así a que la planta arraigue en primavera.
                Carencia: cuando las hojas presentan los bordes secos y un color entre violeta y castaño, así como escasa producción tanto de flores como de frutos, además de atrofia y raquitismo de las raíces: existe carencia de fósforo.


  • Potasio (K)
                   Propiedades: aumenta la resistencia de las plantas a las heladas, la sequía y las enfermedades. Actúa como regulador de las funciones de la planta. Interviene en la formación de las proteínas.
                     Carencias: una menor resistencia al invierno, soportan mal la sequía y son más sensibles a las condiciones climáticas. Amarilleamiento de las hojas. Se curvan los ápices y se queman los bordes.

  • Hierro (Fe)
                      Es indispensable para la formación de la clorofila y
otros procesos vitales elaborados por las plantas; aunque, en este caso también, las cantidades necesarias son tan pequeñas que las reservas naturales del suelo resultan por lo general suficientes. La falta de hierro ocasiona una escasa formación de clorofila, provocando así el aspecto pálido de las plantas, primero las hojas jóvenes, luego sólo los vasos quedan verdes destacando como una red.



Fuente: Jardinería
Manual Práctico de la Jardinería

Editorial: El País