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sábado, 21 de enero de 2012

EL EQUILIBRIO DE LA VIDA. SOSTENIBILIDAD

ARTE Y JARDINERÍA Diseño de Jardines

Interesante artículo sobre Sostenibilidad



Cada jardín constituye un ecosistema en miniatura único, gracias a la particular coexistencia de las plantas, las condiciones del suelo, la topografía y el clima, factores todos ellos que, en interacción con múltiples criaturas (depredadores, parásitos, organismos patógenos, saprofitas y herbívoros) presentes en el mismo jardín, determinan qué prospera, qué sobrevive y qué se deteriora o muere.

El objetivo de todo jardinero es fomentar el crecimiento de lo bueno y lo deseable (por lo general plantas ornamentales y comestibles), pero para ello es preciso hacerlo respetando el equilibrio ecológico de todas las formas de vida presentes: un jardín sin insectos u hongos, por ejemplo, deja pronto de ser productivo. Por ello mismo, para disfrutar de un jardín lozano y saludable es preciso contar con todos los procesos y las actividades de la vida animal y vegetal que lo habitan, pues todos y cada uno de los organismos en él presentes determinan el correcto funcionamiento de las plantas y el jardín como un todo. Así pues, todas las medidas adoptadas por el jardinero a la hora de tratar una planta con problemas influirán en el resto de las plantas y los animales, hecho éste que conviene tener siempre presente al abordar cualquier plaga o enfermedad.

Energía para crecer

Las plantas sintetizan la energía necesaria para su crecimiento a través de la fotosíntesis, durante la cual la acción de los rayos del sol sobre los pigmentos verdes de las hojas permite combinar el dióxido de carbono presente en el aire con agua para producir almidón y azúcares, tan útiles a la hora de facilitar la polinización y la dispersión de las semillas.

Y es que muchas plantas se valen de los insectos para polinizarse, con lo que la secreción de néctar, rica en azúcares, de las flores constituye un efectivo señuelo para atraer la atención de las abejas y demás insectos polinizadores. Éstos, al posarse en una flor, recubren sus patas con un polen que, con un poco de suerte, acabará en los estigmas de la siguiente flor en la que se posen. Por otro lado, los azúcares confieren a la fruta y a las bayas su inconfundible sabor dulce, tan apreciado por los pájaros y los mamíferos, los cuales a su vez contribuyen a esparcir las semillas a través de sus excrementos o regurgitaciones.

Agentes nutritivos esenciales

Tanto el almidón como los azúcares necesarios para el crecimiento de las plantas se ven complementados por la asimilación de toda una serie de agentes nutritivos esenciales procedentes del suelo o, en el caso de las plantas parasitarias, de sus huéspedes. Y, para que el ciclo de la vida se perpetúe, es necesario que dichas sustancias acaben volviendo al suelo. En ese sentido, la materia orgánica muerta o desecha, tanto de origen animal como vegetal, es sometida a un proceso de descomposición llevado a cabo por hongos, bacterias, lombrices y otros organismos que se alimentan precisamente de materia vegetal en descomposición.

Los hongos saprofitos (la mayoría de dimensiones microscópicas salvo algunas excepciones de mayor tamaño) viven de esa materia orgánica en putrefacción, y en su labor de descomposición devuelven al suelo unos componentes que sirven de alimento a otros organismos vivos. Su principal función es, no obstante, la de deshacerse de unos restos de desecho que, de lo contrario, se irían acumulado. En ese sentido, un jardín constituye un hábitat excelente para las numerosas criaturas que se alimentan del material de desecho, una labor de reciclaje que todo buen jardinero debería propiciar en lo posible.

En el momento en que la materia orgánica libera determinados agentes nutritivos, altera el porcentaje de sustancias disponibles para cada una de las plantas y los organismos vivos del jardín. Y aunque el material vegetal en descomposición puede albergar ciertos agentes patógenos, lo cierto es que también constituye un refugio ideal para no pocos insectos beneficiosos, de ahí la necesidad de encontrar un punto de equilibrio en la cantidad de dicho material presente en nuestro jardín.

Alimento y depredadores

Las plantas se encuentran en la base de la pirámide trófica de cualquier ecosistema. Son incontables los animales invertebrados, desde los nematodos y los milpiés hasta los insectos, los ácaros y las cochinillas, pasando por las babosas y los caracoles, que se alimentan única y exclusivamente de plantas. Muchos de ellos se han especializado en determinadas partes de ciertas plantas, mientras que otros comen gran diversidad de plantas.

La mayoría de las plagas y los organismos causantes de enfermedades presentan, de hecho, un abanico bastante reducido de huéspedes, al haberse especializado en un tipo concreto de planta o, como mucho, en diversas especies emparentadas entre sí. La aparición de una plaga o una enfermedad puede, por consiguiente, privar a otra plaga o agente patógeno potencial de su principal fuente de alimentación, con lo que se reducirá en gran medida su impacto. Las plagas, a su vez, constituyen la dieta de numerosos depredadores y organismos parasitarios, que de esta forma contribuyen eficazmente a controlar su acción sobre las plantas del jardín.

Otras asociaciones beneficiosas

Los hongos, las bacterias y los virus ejercen asimismo su influencia sobre las plantas, si bien no todos tienen un efecto negativo sobre ellas. De hecho, las raíces de muchas plantas han desarrollado una beneficiosa relación mutua con ciertos hongos o bacterias que les ayudan a absorber determinados minerales del suelo.



Fuente: Enciclopedia de las Plagas y 
Enfermedades de las Plantas
Pippa Greenwood
Royal Horticultural Society

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