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martes, 25 de junio de 2013

Césped. Fertilización y abonos. Mantenimiento de jardines

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Césped. Fertilización y abonos en Mantenimiento de Jardines




Fertilización

Al césped, al igual que otras especies ornamentales integrantes de nuestros espacios verdes públicos y privados, las aplicaciones de fertilizantes pueden ser necesarias para conseguir, junto con otros medios y labores culturales, una buena instalación o ciertas condiciones de uso, y alcanzar juntamente con ello el grado  deseado de funcionalidad y calidad.
Pero es importante tener en cuenta que tanto los fertilizantes como los fitosanitarios pueden perderse en la atmósfera o ser arrastrados a capas inferiores del terreno, contaminando en cierta medida, por esto último, las aguas subterráneas y perdiendo la finalidad principal de estas aplicaciones, como es la captación integral por la planta de esos elementos.
Contaminación que, comparada con la producida por estas mismas prácticas en cultivas agrícolas convencionales, puede ser escasa, pero no obstante podemos evitarla. Por ello conviene tener presente algunos puntos para optimizar estas aplicaciones de fertilizantes, en el caso de que las mismas sean realizadas, ya que no siempre es habitual. 

Podríamos considerar algunas zonas con céspedes bien
establecidos, que por su uso o funcionalidad, características del terreno o necesidades específicas de las especies, por citar algunas, no reciben o apenas suelen recibir aportes de fertilizantes;
manteniendo, aún así, unos niveles de calidad suficientes para cumplir sus principales objetivos. «Debemos recordar que al césped se le puede exigir una calidad alta, una calidad media o una calidad baja, y según estas exigencias el aporte de fertilizantes, entre otras labores culturales, puede variar en gr/m2 de una a otra».
El suelo, que sirve de soporte a estas superficies con césped, va a tener gran importancia. 

La estructura y textura jugarán un papel fundamental en el potencial contaminante, principalmente de aguas subterráneas, por el mal uso de fertilizantes en el césped. Suelos con un alto contenido en arena deberían ser manejados concienzudamente para evitar o disminuir el peligro de lavados de fertilizantes, fundamentalmente de nitratos. Igualmente un suelo correctamente aireado es un suelo ideal para que el césped aproveche
eficientemente junto con otras prácticas los aportes de nitrógeno.
La frecuencia en la aplicación de los fertilizantes estará de acuerdo con las necesidades funcionales de la superficie cespitosa, principalmente de las derivadas de su uso. 


Sería deseable la realización de algunos análisis (pH, N,  P, y K, principalmente) con el fin de controlar las necesidades de nutrientes y hacer un programa equilibrado y rentable, especialmente en el caso que los aportes de fertilizantes sean una práctica frecuente para alcanzar en el césped un grado de calidad determinado. 
Aquí también jugará un papel destacado la especie dominante y la intensidad de utilización de la zona.
La dosis en la aplicación del fertilizante estará condicionada fundamentalmente por el tipo de abono, es decir por el origen de sus componentes.
Son los fertilizantes orgánicos y los fertilizantes de liberación lenta los que con menos frecuencia y con mayores niveles pueden aplicarse, con menos peligro para la planta y con gran simpatía para el medio ambiente, que los solubles convencionales. 
Es deseable en el caso de utilizar abonos solubles que no más de 5 gramos de nitrógeno por metro cuadrado sean aplicados.
A medida que los suelos son más arenosos el uso de los fertilizantes de lenta liberación son, con más insistencia, recomendados.

Los abonos con nitrógeno en forma nítrica están más expuestos a los procesos de lixiviación y lavado. El nitrógeno en forma amoniacal es más retenido en el suelo. Los abonos con nitrógeno en forma uréica son hidrolizados muy rápidamente a la forma amoniacal en condiciones normales de temperatura, humedad y pH, siendo de este modos su acción más lenta que las formas amoniacales, aunque al ser muy soluble puede ser lavado antes de
pasar a la forma amoniacal. 
Sin embargo los abonos de liberación lenta, como la urea-
formaldehído (36% de N, al menos), la isobutilidendiurea y la
crotonilidendiurea o los abonos minerales revestidos con capas impermeables, libran el nitrógeno lentamente evitando las pérdidas por lavado. Y no olvidemos los abonos con nitrógeno en forma orgánica, principalmente en forma proteica, pasando en el tiempo el nitrógeno de aminoácidos a nitrógeno amoniacal y posteriormente a forma nítrica.

La época del año es otro punto importante a tener en cuenta. No debemos pensar que la época de fertilización debe ser la misma para un césped de estación cálida que para otro de estación fría. El césped dispondrá de los nutrientes según unos procesos en su desarrollo, procesos que están influenciados por la época del año. Del mismo modo el tipo de fertilizante es también a considerar; por
ejemplo el nitrógeno de un fertilizante orgánico o de un compuesto a base de urea formaldehído no suele ser liberado con suficientes
niveles para el crecimiento del césped cuando las temperaturas
del suelo están por debajo de los 10ºC.
Por el contrario con altas temperaturas en el suelo esta liberación de nitrógeno suele ser muy rápida.

El mejor momento para fertilizar especies de estación fría, suele ser a final de septiembre y durante noviembre. Durante estos meses se puede conseguir vigorizar el césped. A finales de otoño y durante el
invierno las especies de estación fría tienden a desarrollar su sistema radicular y a almacenar carbohidratos.
Es de todos sabido que los fertilizantes aplicados en otoño incrementan el crecimiento radicular en mayor proporción que los aplicados en primavera. De igual modo el almacenaje de carbohidratos aumenta en los céspedes que reciben un programa
de fertilización en otoño con respecto a los que lo hacen con el mismo programa en primavera. 


Este almacenaje de reservas alimenticias puede afectar a los mecanismos de resistencia a enfermedades pro la planta y al mismo
potencial de recuperación de los céspedes dañados en verano. Podemos reconsiderar, que la fertilización de céspedes de estación fría en el verano es una práctica errónea, desde el punto de vista agronómico y medioambiental. Ya que el sistema radicular en esta época del año suele recoger con dificultad los aportes de nitrógeno.
En los céspedes de estación cálida los aportes de nitrógeno al final de la primavera y principios de verano son recomendables. No suele ser conveniente aplicar fertilizantes en otoño tardío e invierno, ya que su sistema radicular suele estar, por regla general, inactivo.
Es la siega una operación cultural que de alguna manera puede afectar también al requerimiento de nutrientes por la planta, así como también le afecta a los riegos y a los tratamientos fitosanitarios. 

La altura y la frecuencia de siega afectan al sistema radicular.  
Siegas muy bajas reducen el sistema radicular y consecuentemente disminuyen el grado de aprovechamiento por la planta de algunos recursos, entre los que podemos incluir a los fertilizantes.
Ciertas investigaciones han demostrado también que siegas altas reducen la temperatura del suelo, reduciendo el estrés calorífico en la planta.
Si el césped es segado demasiado bajo o con demasiada frecuencia, se densifica, pero sus raíces y rizomas crecen menos. Esto hace que el césped sea menos tolerante a estrés medioambientales, más propensos a enfermedades y más dependiente de los aportes de agua, nutrientes o pesticidas.
Retorno de la hierba segada. Los recortes de la hierba segada
pueden ser retornados a la pradera. Con esta práctica aportamos a la superficie cespitosa unos nutrientes, que de otra forma pueden ser desaprovechados.
Generalmente estos recortes suelen contener de un 3 a un 5% de nitrógeno, de un 0,30 a 0,5% de fósforo y aproximadamente de un 2 a un 3% de potasio.

En la Universidad de Connecticut se demostró que después de tres
años de retornar al terreno los recortes de un césped, formado por una mezcla de Poa pratensis y Festuca rubra, los niveles de crecimiento de la hierba fueron un 38% mayores en el césped donde no se recogía los recortes que en el césped donde se recogieron.
Ni que decir tiene que la frecuencia en la siega es primordial para mantener un césped de calidad bajo esas condiciones, disminuyendo el tamaño de los restos de siega, evitando de este modo el acumulo de restos vegetales sobre la superficie. Puede ser esta práctica, si no segamos frecuentemente y en algunos casos, antiestética.
De todos modos podemos recoger los recortes, y preparar un compost junto con hojas de árboles o similar, si quedara la zona con
demasiados restos de hierba segada.

Selección de las especies.

La elección de la especie, o las especies, es un paso importantísimo para disminuir, de algún modo, el grado de mantenimiento del césped. Y por consiguiente los aportes de fertilizantes, fitosanitarios y agua, entre otros medios. 
Por ejemplo la resistencia al calor o a la sequía es determinante a
la hora de seleccionar un césped para un lugar donde la escasez de agua es importante. 
De igual modo la selección de cultivares con resistencia a enfermedades o a plagas es digna de considerar.
Elegir especies con bajos requerimientos de nitrógeno para seguir manteniendo un buen color o seleccionar variedades con un verde oscuro natural para reducir las aplicaciones de nitrógeno son criterios que se deben tener en cuenta.
Es importante que siempre se usen variedades certificadas y que realicemos un comparativo claro y preciso a la hora de seleccionar las especies y las variedades que existen en el mercado.


El riego es otra práctica que puede influir en los aportes de fertilizantes. Excesivos riegos o lluvias sobre suelos arenosos, particularmente en julio y agosto y sobre especies de estación fría, pueden causar lavados de nitratos si son solubles al agua y son aplicados a céspedes en un período de latencia o semilatencia de actividad radicular limitada. 
Lógicamente la humedad del terreno es un factor clave para que la planta use los nutrientes efectivamente, debiendo disminuir toda aplicación de fertilización cuando el desarrollo de la planta se produzca bajo limitaciones hídricas.




Fuente: Manejo de céspedes con bajo mantenimiento en agua. 
             Consejería de Agricultura y pesca de la Junta de Andalucía.
             Rafael J. Monje Jiménez.



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