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lunes, 1 de septiembre de 2014

CLEMATIDES. Cuidados y cultivo

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

Cuidados de las plantas trepadoras Clematis



Las condiciones de terreno requeridas para todos los tipos de clemátides son semejantes. Siempre tendrán más éxito en un suelo ligero y algo alcalino. Los muy ácidos, empobrecidos o muy pesados, húmedos y fríos, producirán un crecimiento pobre.

Aunque la mayor parte producirá resultados espectaculares globales y todas crecen mejor cuando la base de la planta esté a la sombra, algunos tipos son indudablemente mejores en determinadas situaciones.

Las formas perennes y algunas de las especies menos familiares de florecimiento tardío requieren abrigo y en realidad deben tener la protección de una pared cálida y soleada. Los tipos de flor doble y semidoble necesitan también un lugar abrigado y soleado. Muchas de las variedades de híbridos tempranos con flores grandes producen sus mejores colores cuando las flores están algo sombreadas y, -por esta razón-, suelen crecer bien en una pared fría, con poca exposición directa del sol. Las variedades de Clemátide alpina y Clemátide macropetala, son también plantas aptas para más sombra.

Las clemátides se cuentan entre las escasas plantas de las que se
recomienda hacer una plantación profunda. Esto es en gran parte porque muchos tipos se ven expuestos a la enfermedad de la marchitez, y una implantación profunda asegura que algunos de los nódulos de las yemas de hojas queden bajo el nivel del suelo y disponibles, por tanto, para renovar el crecimiento si mueren los que están por encima.

Plántela a unos 15 cm por debajo de la marca que la planta tenía en su recipiente. Cubra todas las plantas a finales de otoño y, de nuevo, en primavera, con abono bien fermentado o con compost para jardín. Haga una aplicación final con un fertilizante general a comienzos de primavera y, luego, utilice preferiblemente abono líquido, aproximadamente cada tres semanas durante el verano.

Aunque haya una tendencia por parte de todos los tipos de clemátides, a crecer sobre las paredes de las casas, más o menos fijadas a redes de plástico, éste no suele ser el mejor método. Casi todas las especies y variedades más vigorosas crecen mejor en condiciones seminaturales, sobre árboles viejos o pérgolas, arcos, o edificios exteriores. Algunos de los tipos menos vigorosos de florecimiento tardío, se desarrollan de forma ideal si se disponen en arbustos viejos o en rosas trepadoras. E incluso, las que no tienen mucho vigor, pero poseen un atractivo considerable, gracias a su continuo florecimiento se disponen mejor en rejillas de madera, o sobre tablas, que sobre una red de plástico en ladrillos.

Propagación

No todas las clemátides se propagan fácilmente. La mayoría de las
especies pueden crecer pronto a partir de semillas, aunque las formas seleccionadas no se desarrollan conforme a su tipo, y de hecho en el comercio se han producido algunas deformaciones.

Una vez que la semilla madura, cosa que hacen patente las pilosidades que se hacen ligeras y vellosas, la planta debe recogerse y sembrarse con prontitud en sementeras, a unos 5 mm de profundidad, con un compost para plantones a base de tierra; luego se sitúan en el exterior o en un cajón sombreado. La germinación será aleatoria y podrá tardar 12 meses e incluso más.

Muchos tipos pueden propagarse a base de esquejes semimaduros de los brotes de finales del verano del año en curso; pero estos esquejes han de ser tomados de la zona internodal, lo que significa que los esquejes deben cortarse en la mitad de los nudos, nunca por debajo de los mismos, como es habitual. Esto es debido a que la concentración más altas de hormonas que estimulan el crecimiento
de la raíz, se produce en este punto intermedio. Recorte la parte superior del esqueje justamente por encima del nudo, ampútelo todo, salvo una hoja y meta el esqueje hasta el nudo en un compost a base de tierra. Coloque los esquejes en un cajón sombrío con un calentador de fondo a unos 25ºC, si las condiciones son frías.

No siempre se sabe que las clemátides grandes pueden ser divididas, como las herbáceas perennes. Esto siempre se hará mejor na finales del otoño, cuando hay poca probabilidad de dañar los brotes jóvenes y tiernos.

Poda

Los tres grupos de poda se definen según el periodo de floración,
aunque hay cierta variación que depende del vigor de la variedad. Los tipos del grupo 1 florecen temprano, aunque sobre la parte de la planta producida en la estación anterior. Deben ser podados inmediatamente después de la floración, cortándole todos los tallos débiles y muertos, justamente por encima del nudo, para propiciar un nuevo crecimiento.

Todo crecimiento enmarañado o excesivo debe ser también podado, aunque las plantas grandes y bien establecidas que crecen libremente a su antojo, no necesitan poda. A la inversa, una planta que se ha convertido en una masa enmarañada (tendencia de muchas clemátides montana) puede ser podada tan estrictamente como las del grupo 2 o 3 y se regenerará con facilidad, aunque en el último caso, todos los brotes de las flores de una año, deberán ser eliminadas.

Los tipos del grupo 2 florecen a principios del verano, también sobre brotes formados durante la estación anterior y deben ser
podados a comienzos de primavera, antes que comiencen los nuevos brotes, cortando los tallos muertos o débiles, y recortando el resto hasta cerca de 30 cm, justamente por encima de un par de yemas gruesas. Todos los tallos de hojas muertas deberán ser amputados.

Los tipos del grupo 3 florecen a finales del verano sobre tallos del año en curso y deben ser podados a comienzos de primavera, aunque mucho más estrictamente. Todos los que han crecido en la estación anterior deben ser cortados hasta por encima de un par de yemas gruesas, que crezcan alrededor de 75 cm sobre el nivel del suelo. Si hay excesivo crecimiento en el ápice, siendo zarandeado por los vientos invernales, el volumen debe quedar reducido a finales del otoño, dejando el arreglo final de la planta hasta mediados o finales del invierno.

Problemas

Las babosas y los caracoles pueden ser peligrosos cuando aparecen los brotes jóvenes y tiernos y el mildiu puede convertirse en un problema en los días calurosos del finales del verano. Además de esto, la mayor dificultad de las clemátides es una misteriosa enfermedad que las marchita. La causa es incierta y aunque se relaciona con una especie de hongo patógeno, hay síntomas evidentes: la parte de arriba se marchita y va muriendo de arriaba a abajo, hasta llegar al suelo, sin aviso previo ni razones obvias.


Los híbridos son más atacados por la enfermedad que las especies sin hibridar. Las plantas afectadas deben ser podadas justamente al nivel del suelo. Así, las nuevas plantas que surgen quedarán frecuentemente a salvo. Sin embargo, si el problema persiste la planta afectada debe ser desenterrada y eliminada.

Si se la sustituye por otra clemátide, en el mismo lugar, habrá que excavar un hueco de 30x30x30 cm y poner en lugar de la tierra excavada, otra procedente de una zona distinta del jardín. La nueva planta deberá ser implantada en profundidad y resulta preferible escoger una especie, en lugar de un híbrido de flores grandes.


Fuente: Plantas trepadoras. Stefan Buczacki.
Tursen Hermann Blume Ediciones.


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