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miércoles, 26 de febrero de 2014

DISEÑO DE JARDINES. El jardín rústico

ARTE Y JARDINERÍA DISEÑO DE JARDINES

El jardín de estilo rústico



Encuadre en el entorno

Más que cualquier otro tipo de jardín, el campestre se caracteriza por enmarcarse dentro de un entorno concreto. Tanto rn las paredes como en las estructuras y demás detalles del jardín, se utilizan materiales locales y estilos vernáculos, lo que ayuda a configurar un nexo de unión con el lugar; además, proporcionan un aire de continuidad, un enlace con la tradición.

Muchas de las plantas son también de la localidad o de los alrededores. Con frecuencia, el paisaje es una de las mejores características del jardín campestre, ya que define su carácter, bien se trate de una granja entre campos de espliego en la Provenza, una casa de campo en la Inglaterra rural o un claro en las tierras salvajes de Nueva Inglaterra.

Muchos de los jardines campestres utilizan los alrededores como
una extensión del jardín; de algún modo se apropian de las vistas y las características externas como parte de su inspiración. Espacios en los setos, vallas abiertas o muros bajos para delimitar los márgenes, árboles maduros, vistas amplias, montañas lejanas, lagos, praderas o edificios pintorescos, todo forma parte intrínseca del jardín.

Trabajar con la Naturaleza

Los mejores jardines campestres se encuentran en armonía con la naturaleza y con su entorno. Tanto si están expuestos a los vientos costeros como a los secos veranos mediterráneos o a las condiciones extremas del clima continental, los jardineros han aprendido a no luchar contra los elementos, sino a colaborar con la naturaleza y cultivar únicamente lo que vaya a crecer en las condiciones del lugar.

La naturaleza es la fuerza que disipa las diferencias entre el espacio natural y el construido por el hombre: las semillas florecen entre las hendiduras de las paredes y los senderos, mientras que las estructuras metálicas y de madera y los ornamentos de piedra se unen al conjunto.

Una sensación de pasado

Un retorcido manzano inclinado contra un viejo retrete de ladrillos nos habla de una época pasada en que la comodidad era escasa pero la vida resultaba más pacífica. Parte del encanto de un jardín campestre reside en la unión que representa con el pasado.

Entender la utilización primera del jardín, y el papel esencial que desempeñaba en la vida de sus habitantes, constituye un valor que merece conservarse. Los jardineros de campo nunca se han dejado influir por las modas pasajeras; prefieren las tradiciones y los estilos sencillos a las vicisitudes de la moda.

En el pasado, el sentido práctico y la necesidad imperaban en el jardín; así, en los jardines campestres medievales, un césped extenso se hubiera considerado un gasto excesivo en cuanto a espacio, ya que el terreno se utilizaba casi exclusivamente para hierbas y hortalizas.

Las flores familiares, como las deladeras, las peonías, las rosas y los
alhelíes amarillos, cultivadas y apreciadas durante generaciones, proporcionan una sensación de continuidad y de que, aunque los tiempos cambian rápidamente, algunas cosas permanecen inalterables.

Ningún jardín es meramente una agrupación de plantas. ¿Dónde se apoyaría un rosal trepador sin la pared de piedra que actúa al tiempo como soporte y respaldo?. En primer lugar, hay que tener en cuenta la columna vertebral del diseño, esto es, los muros, las puertas del jardín, los patios, los senderos y los distintos elementos arquitectónicos.  

Todos ellos ayudan a definir el carácter del jardín durante el año, pues forman una unión con la casa y proporcionan un fondo para los relieves más suaves y libres de plantas. Un muro de piedra con pequeños helechos en las hendiduras hace que el límite entre el jardín y el paisaje sea más atractivo, mientras que una valla con travesaños de madera permite que la unión resulte más impactante.

Con frecuencia en los jardines campestres encontramos elementos arquitectónicos antiguos, como palomares, que ya no se utilizan. Éstos pueden renovarse para su propósito original o para dedicarlos a un nuevo uso: un retrete puede convertirse en una bodega; un baño, en el estudio de un artista.

Pocas vistas son más intrigantes que una casa lejana o una casa de campo al fondo, casi oculta por una valla alta, o una muralla de hierbas y flores silvestres que crecen entre una antigua puerta de hierro de jardín, con una nota de moho. La forma en que una tapia revela o realza una estancia y el jardín puede incidir en la primera impresión que tenga el visitante.

Un seto, un muro o una valla son mucho más que un elemento
delimitador. Sirven de marco para la composición de la casa y del jardín, y crean un fondo regular para las plantas. En el aspecto práctico, ciertas clases de tapias ofrecen protección tanto para la gente como para la vegetación; actúan como soporte de trepadoras y rastreras, o delimitan un lugar para el ganado.

Históricamente, para delimitar los lindes del jardín, en todo el mundo se han utilizado los materiales y las técnicas de construcción locales, según razones económicas y de conveniencia: ladrillos en zonas arenosas, maderas en regiones forestales, muros de piedra seca compuesta de piedras de formas irregulares en lo alto de una colina donde resulta imposible trasladar cemento o piedras de canteras. Si tiene la suerte de poseer un jardín con un seto ya formado o un muro lleno de líquenes, manténgalo; proporcionará
dignidad al terreno. Si tiene que reparar un muro o una valla, y siemp`re que sea posible, utilice el mismo tipo de material que el original: piedra del lugar, idéntica clase de madera (a menos que vaya a pintarla), ladrillos antiguos.

Un elemento nuevo parecerá más apropiado y asentado si armoniza tanto con el entorno paisajístico como con la casa. La elección de materiales locales y estilos vernáculos, o de setos formados por plantas típicas de la región, ayuda a enmarcar los límites en el contexto, de manera que entran a formar parte del paisaje. Si una superficie dura parece demasiado primitiva y pelada, es posible acelerar el proceso de envejecimiento pintándola con una solución diluida de yogur y agua, o de abono y agua, lo que favorece el crecimiento de líquenes.



Fuente: El jardín de estilo rústico. Sunniva Harte. Ed. Blume






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